Good Beer Hunting

Pintas Psicodélicas — Encontrar Unidad A Través de la Cerveza y Otras Drogas

Son poco antes de las 4 de la mañana, y nos acercamos al punto cúspide del eclipse lunar en el exuberante y místico atolón del noroeste del Pacífico, en la isla de Orcas. La noche anterior, mi amigo y yo habíamos preparado nuestro altar, adornándolo con talismanes protectores y ofrendas a los espíritus de la tierra. También preparamos con el asesoramiento de los terapeutas, nuestro sacramento ritual, que pudo ser o no un surtido de hongos recogidos de nuestro círculo íntimo. Al pasar el punto del eclipse, es posible que hayamos masticado los tallos gruesos y las cabezas gomosas, con sabor a tierra y corteza con un toque de pimienta negra; haber puesto una lista de reproducción diseñada para la psilocibina; y que hayamos pasado las siguientes ocho horas viajando a la historia de nuestro trauma individual y colectivo, emergiendo más sabios de él.

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Estas prácticas se asemejan a las seguidas durante milenios por los pueblos antiguos e indígenas que buscaban trascender, adaptadas al concepto de hora y lugar establecidos que popularizó en la década de los 60' el psiconauta Timothy Leary. Este concepto afirma que las condiciones en las que una droga es consumida—desde la música, la iluminación, la decoración y la compañía en la intención personal del consumidor—dan forma fundamentalmente a la experiencia

Practicar rituales y ceremonias que involucran estados alterados de consciencia es parte de lo que significa ser humano. Esto ha sido cierto desde al menos la edad de piedra, donde el alcohol, (y substancias más potentes) acercaron a nuestros ancestros, dando forma a las estructuras de la sociedad humana e incluso a nuestros cerebros en el proceso, de acuerdo a algnos académicos.

En la cultura occidental actual, con la ocasional experiencia psicodélica de un lado, nuestra tendencia de buscar la comunión a través de substancias tiende a lucir más como un encuentro en un bar un viernes de noche, más que un ritual trascendental. Pero tan mundano como una ronda de tragos con amigos pueda parecer, nunca estás solo tomando cerveza—estás tomando parte en un continuum que se extiende hasta los albores de la historia humana y continuarán hacia el futuro, todo en una búsqueda de expandir nuestras conexiones con los otros, con nosotros mismos y con lo que existe más allá. 

LA REVOLUCIÓN DE LA CERVEZA

A través de los años y comunidades, los momentos más valiosos de la vida son aquellos que nos recuerdan que somos parte de algo más: cuando el tiempo pierde significancia y la membrana entre el tú y el yo se disuelve para formar un nosotros. Con frecuencia, estas experiencias se logran a través de estados alterados, ya sea compartiendo pintas, masticando un hongo, tomando una taza de café o incluso durante una clase de yoga.

Ese impulso de alteración de la consciencia ha sido durante mucho tiempo una parte clave de lo que somos. La cuestión sobre si fue el pan o la cerveza la biotecnología más antigua de la humanidad ha sido debatida desde comienzos de la década de 1950, y avances en estudios de ADN, espectrometría de masas y otras tecnologías científicas proveen hoy la primera evidencia sólida sobre lo que nuestros ancestros consumían. El Dr. Patrick McGovern, quien dirige el proyecto de Arqueología Molecular en el Museo de Penn, es conocido como el “Indiana Jones de las bebidas extremas,” ha encontrado pruebas de antigua producción de alcohol a través de pruebas arqueo químicas, que pueden detectar la presencia de residuos orgánicos en recipientes antiguos, herramientas y fósiles—y tales pruebas demuestran que el alcohol es mucho más antiguo de lo que se pensaba.

De hecho, la Revolución Agrícola puede bien haber sido la Revolución de la Cerveza, dice Brian Muraresku, autor de The Immortality Key. Él hace referencia a Göbekli Tepe, un lugar arqueológico de 12.000 años de antigüedad que muestra las primeras representaciones monumentales de dioses, destacados sobre gigantescos abrevaderos de piedra caliza que podían acomodar 160 litros de líquido.

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“Göbekli Tepe se planta como esta gran clave para el motor de la civilización,” explica Muraresku. El sitio tiene 6.000 años más de antigüedad que Stonehenge y 7.000 años más de antigüedad que las Pirámides de Egipto, y es igualmente misterioso. Fue un sitio de peregrinaje que atraía a nómadas a través de Anatolia, la región conocida hoy como Turquía sobre la que algunos académicos proponen la hipótesis fue la ruta por la cual el continente Europeo fue poblado. Los constructores de Göbekli Tepe, explica, “necesitaban cautivar a poblaciones en este empeño que se convertiría luego en civilización.”

Pero, ¿Por qué? Participar en la “eufórica comunión con los ancestros,” dice Muraresku. 

A través de todo el mundo antiguo, las personas se reunieron alrededor de las tumbas de sus ancestros para compartir alcohol y alimentos en rituales que trascendían la vida y la muerte: Desde un asentamiento de 9.000 años en Jiahu, China, al África Sub-Sahariana, Mesoamérica y la antigua Grecia y Roma. Si bien puede sonar mórbido para las mentes occidentales contemporáneas, “Es la manera en la que los ancestros celebraban, se reunían y honraban a los muertos,” dice Sarah Linn, una arqueóloga e intermediaria de investigación para el Museo de Penn. En Creta, por ejemplo, se encontraron docenas de restos de la Edad de Bronce esparcidos fuera de las tumbas donde las personas interactuaban con los esqueletos de sus ancestros, reacomodando fémures y tomando huesos prestados.

A pesar de no ser concluyente, una evaluación arqueo química encontró restos de oxalato de calcio, un marcador químico de la cerveza, en aquellos gigantescos abrevaderos en Göbekli Tepe,junto a evidencia de prácticas de rituales funerarios. Evaluaciones subsiguientes deben respaldar esto, escribe Muraresku, “El primer templo del mundo puede haber sido también el primer bar.”

'FACILITABA LA CONVIVENCIA'

Si bien el alcohol jugó un rol fundamental en nuestros primeros rituales, también tenía usos prácticos. Los humanos primitivos consumían sustancias fermentadas naturalmente como frutas excesivamente maduradas por sus calorías y propiedades antibacteriales (algo que otros primates e inclusos elefantes y aves hacen hoy). Después de todo, no se requiere mucho para fabricar una bebida alcohólica, por lo que pudo haber comenzado tan temprano como en Göbekli Tepe, antes de que los humanos se asentaran en sociedades agrarias.

“La cerveza primitiva es [tan simple como] arrancar cereales de la tierra, llevarlos a tus manos y arrojarlos al agua,” explica Muraresku, sabiduría impartida con él por un prominente científico de la cerveza. “El microbioma en la mano puede haber sido responsable de aquellas primeras levaduras. Aparte de no tener que descascararlo o calentarlo, estás creando una bebida que ... es más segura que tomar agua. Y si el cereal correcto se asentaba en el agua correcta con el tiempo, naturalmente comenzaría a fermentar con cualquier levadura u hongo que estuviese en los granos.” 

Contribuye que la enzima que convierte alcohol en energía se encuentra de manera natural en nuestras bocas, gargantas y estómagos, dice McGovern. Su teoría de “Homo imbibens” afirma que los alcoholes ancestrales moldearon la evolución de los humanos y las sociedades, desde el lenguaje, religión y arte hasta la economía, ciencia y farmacéutica. Esto es afirmado por la investigación del Dr. Mark Plotkin, un etnobotánico que ha pasado décadas aprendiendo de los shamanes amazónicos sobre la relación del hombre con las plantas. De la vasta farmacopeia de la naturaleza, Explica Plotkin, el grano de cereal y la uva del vino son las plantas más cruciales en el desarrollo de la raza humana. Después de todo, el alcohol ancestral era la “medicina universal” usada como todo, desde antiséptico a analgésico y sedativo.

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Pero esas primeras bebidas alcohólicas tenían poca relación con las Ales o las copas de tinto modernas. En su lugar, eran “bebidas extremas”: mezclas altamente intoxicantes entre cerveza fuerte, vino, e hidromiel, algunas veces todas al mismo tiempo. También era una solución para mezclar una variedad de hierbas nativas, plantas y hongos para crear elixires no solo para la mente y el cuerpo sino para el alma, usado en rituales que eran médicos, místicos o ambos. En otras palabras: Si la mano humana fue la placa de petri de nuestras primeras cervezas, aquellas levaduras pueden haberse mezclado con algunos hongos bastante particulares.

Uno de los hongos que comúnmente infecta el grano es el ergot—el mismo hongo que el químico suizo Albert Hofmann accidentalmente utilizó para sintetizar la dietilamida de ácido lisérgico, o LSD, en 1938. Cuarenta años después, promulgó una teoría, junto al micólogo R. Gordon Wasson (quien popularizó los hongos “mágicos” de psilocibina en un artículo de la Revista Life en 1957) y el historiador Carl Ruck. Ellos afirmaron que una cerveza psicoactiva, fabricada de granos infectados con ergot, fue la poción misteriosa consumida en la iniciación como parte de los Misterios Eleusinos: una antigua tradición espiritual griega de rituales de muerte y renacimiento que ha desconcertado a académicos durante mucho tiempo. Tanto los rituales como la poción, explica el libro de Muraresku, pueden descender de la tradición de banquetes funerarios que se extienden hasta la prehistoria.

“Una de las partes más interesantes sobre los banquetes en general, pero también de la creación y consumo de alcohol, es la manera en la que une a las personas'', comenta Linn. El alcohol tuvo un rol importante como lubricante social, necesario a medida que las personas comenzaron a vivir en grupos más grandes. En Ur, Mesopotamia, una de las primeras ciudades de la humanidad, “La cerveza era realmente importante para la vida en ciudadanía,” resalta. “facilitaba la convivencia.” 

Existe evidencia de esto en todo lugar. Los textos antiguos como el discurso épico de Gilgamesh sobre la cerveza como un “agente civilizador.” Cicerón hizo eco de esto miles de años después cuando escribió que “por medio de [Los Misterios Eleusinos] nos hemos transformado de una forma de vida salvaje … y hemos sido civilizados.” No obstante, no fue sólo el alcohol lo que ayudó a los pueblos antiguos a construir sus sociedades. Fue el sentido de conexión, tanto para con el otro como para algo más grande que ellos mismos, que estas sustancias ocasionaban: lo que es conocido tanto en las tradiciones espirituales como en la ciencia psicodélica como una “experiencia mística.” 

En efecto, nuevos hallazgos revelan que nuestros ancestros eran más psicodélicos de lo que pensamos. En 2020, rastros de cannabis fueron encontrados en un antiguo santuario judío en Tel Arad, Israel: la primera evidencia del uso ritual de sustancias capaces de alterar la consciencia en el reino de Judá. Y Muraresku encontró evidencia que respalda la afirmación de Ruck sobre que los Misterios Eleusinos sentaron las bases para el cristianismo temprano, lo que significa que la Eucaristía original pudo haber sido una cerveza psicodélica.

“No nos agrada esta parte de nuestra historia,” dice Plotkin, quien discute temas similares en su podcast “Plants of the Gods”. “Sino la idea de que los judíos no usaban marihuana y los romanos no tomaban opio en la antiguedad—bueno, si lo hacían. No significa que Moisés se encontraba en el Monte Sinaí con un bong. Significa que algunas personas en algunos lugares de la religión se encontraron usando sustancias para alterar la consciencia en algún punto.”

Tal vez no deberíamos encontrar esta información como algo estridente. “El uso de estupefacientes es, en todas sus intenciones y propósitos, una característica humana … [practicada] por cada cultura que ha sido observada en el presente y en el pasado,” dice Lee Berger, un paleoantropólogo cuyo equipo descubrió dos nuevas especies de ancestros humanos. El ha encontrado evidencia que los rituales que involucran la muerte y el más allá de la muerte pueden anteceder a los humanos modernos, y especula que el uso de sustancias pueden haberse originado en esa misma época.

Después de todo, pistas del uso ritual del hongo Amanita muscaria aparecen por doquier desde la Australia aborígen hasta la India védica y las civilizaciones Mayas y Aztecas. Culturas indígenas en toda América han usado el peyote, un cactus psicoactivo; yopo un tabaco alucinógeno, y ayahuasca, una infusión de la hoja y tallo que contiene el poderoso psicodélico dimetiltriptamina (DMT), durante milenios. En cuanto al alcohol preindustrial, frecuentemente se desdibujan las distinciones. Ni siquiera existe una palabra para “alcohol” en el griego antiguo, señala Muraresku; en su lugar, los textos utilizan la palabra pharmakon, que significa “drogas.” 

“Estas eran sustancias que alteraban la conciencia,” comenta Plotkin. “No era como , ‘Voy a tomar vino el jueves, y el viernes voy a fumar opio.’ Era como en la universidad, en la que todos tiran todo en la conservadora y lo tomas.” 

TU, YO Y NOSOTROS

Estas sustancias podrían también haber alterado la mente literalmente. Ya que fuese psilocibina, cerveza psicodélica, o algo más lo que acercaba a las personas, construir los asentamientos que se convertirían en las civilizaciones más grandes de la humanidad, requirió forjar lazos de afinidad con otras personas. Esto significó que necesitamos comprender y predecir sus pensamientos y conductas; en otras palabras, necesitábamos un modelo.

“Los cerebros requirieron evolucionar de ser simples instrumentos para experimentar sensaciones y pensamientos, para convertirse en sus propios observadores. Para lograrlo, necesitaba construir un modelo de la mente,” reportó el New Scientist. “Una vez que el mecanismo biológico evolucionó para la construcción de tal modelo, pudo ser usado no solo para representar las mentes de otros, sino la propia.”

En el curso de la evolución humana, el cerebro se ha triplicado en tamaño. El crecimiento más intenso sucedió entre 80.000 y 20.000 años atrás, justo antes de la explosión de la agricultura. La parte que creció es el córtex cerebral: la arrugada capa exterior del cerebro donde se albergan las funciones cognitivas de alto nivel, incluyendo la función de construcción de modelos, que construye tu realidad basado en la experiencia previa y el consenso social. Pero a medida que esta capacidad se desarrolló, también se usó para mapear nuestra propia mente—y es aquí donde se vuelve realmente interesante.

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En la jerarquía de tu cerebro, las nuevas áreas de alto nivel, restringen a las regiones más antiguas y de bajo nivel que reciben data sensorial básica y generan estados de sensación primitivos. En pro de la eficiencia, tu cerebro toma atajos, limitando la información que recibe y recurriendo a la data del modelo para crear predicciones acerca de lo que estás experimentando y diciéndote cómo debes reaccionar. Data predictiva es enviada “de arriba hacia abajo”, desde los niveles superiores hacia los inferiores, por la Red Neuronal por Defecto (RND), la cual funciona como el conductor de tráfico de tu cerebro. El único momento en que información es enviada “de abajo hacia arriba” es cuando las predicciones de los modelos son erradas, y la data sensorial en tiempo real es capaz de corregirla.

La RND coordina señales a través de diferentes áreas del cerebro, como la visión y funciones motoras, pero se encuentra más activa cuando estas otras áreas no están demandando tu atención—porque también es la parte de tu cerebro que piensa sobre ti. De acuerdo con Robin Carhart-Harris, jefe del centro de investigación psicodélica en Imperial College de Londres, es donde se alberga la conciencia, y dónde está codificado el ego. Dentro de la RND, aparentemente, el cerebro crea tu identidad social de la misma manera que construye tu modelo del mundo: al hacer distinciones (el yo versus los otros, el humano versus la naturaleza, la vida versus la muerte); restringiendo el ingreso sensorial; y recurriendo a información antigua y predecible, experiencias y reacciones. Mientras tanto, el ego es la voz que narra la experiencia. 

Esto, según el guía de consciencia Trace Bell, es el monólogo interno que perennemente estamos tratando de apaciguar: la voz que planea y se preocupa, que reflexiona y medita; la que te sitúa en el tiempo y te dice que vas a morir. No es de sorprenderse entonces, que trascender el ego es una parte central de cada tradición espiritual—y que nuestro deseo profundo de alterar la consciencia ha motivado los rituales humanos desde el inicio de la civilización, y probablemente incluso antes.

“Muchas de las enseñanzas usan los términos ‘conciencia’ y ‘percepción’ de manera indistinta, pero eso puede tornarse complicado,” comenta Bell. El propone que “la percepción es la parte de ti que no nació y que no morirá. Es el lugar donde ocurre la consciencia, y la fuerza unificadora detrás de todas las distinciones y separaciones.” Ese tema es ampliamente recurrente, desde las enseñanzas budistas y algunas cosmovisiones indígenas hasta la Biblia, pero tales conceptos ya no están limitados sólo a filósofos y maestros espirituales—están siendo explorados hoy también por científicos y médicos.

Algunos psicólogos describen una “percepción” mayor similar a la que describe Bell, la cual es distinta a nuestra experiencia física y mental. Ya que la separación de esta percepción, que se extiende a otros y al mundo natural es la fuente de gran parte del trauma que experimentan las personas, según dicen, restaurar un sentido de interconexión es clave para el despertar espiritual y el bienestar psicológico. El equipo de Carhart-Harris encontró que la experiencia de conexión es esencial para la transformación en la terapia psicodélica, Mientras que la Investigación sobre Psicodelia y Consciencia del John Hopkins mide el éxito de los ensayos por la intensidad de la “experiencia mística” que tienen los participantes—la cual envuelve un sentimiento de convergencia con algo más grande que el yo.

“Lo que pensamos sobre el ‘Yo,’ todas nuestras memorias, experiencias e identidades son básicamente constructos,” dice Cody Swift, un psicoterapeuta certificado y director de la Riverstyx Foundation, que apoya proyectos fuera del alcance del financiamiento tradicional. “Estos constructos nos ayudan a funcionar en sociedad, pero nos aferramos tanto a ellos que el fin de la vida amenaza a ese apego y crea miedos.” Es por esto que los tratamientos psicodélicos han comprobado su eficacia en pacientes con cáncer terminal, agrega: Los conecta con algo más eterno.

Después de todo, los psicodélicos son también conocidos como “enteógenos,” o “o aquello que crea la experiencia de divinidad perenne.” Pero existe más de una manera de alcanzar ese estado alterado. 

ESTE ES TU CEREBRO EN DROGAS

De muchas formas, los psicodélicos y el alcohol parecen ofrecer experiencias similares. Ya sea su poder para inducir sentimientos infantiles de asombro y sensación de unidad, desacoplarnos del tiempo, o producir emociones ampliamente fluctuantes. En la antigüedad, existía poca distinción entre estas dos sustancias y su uso. No obstante, químicamente estas sustancias no podrían ser más diferentes. 

En un alto nivel, estas moléculas imitan diferentes neurotransmisores en el cerebro, activando o inhibiendo una variedad de reacciones químicas. Las moléculas psicodélicas clásicas—como la psilocibina, LSD, y DMT—imitan principalmente a la serotonina, el neurotransmisor que modula el humor, aprendizaje, memoria y bienestar. Como resultado, las moléculas psicodélicas y la serotonina se adhieren al mismo receptor. 

Cuando la serotonina se adhiere y activa este receptor, influencia tu felicidad y comportamiento social. En términos generales, sin embargo, tu ego se mantiene intacto, porque la serotonina no impacta a la RND. Ya que los tratamientos farmacéuticos modernos contra la depresión están basados en serotonina, podrían contribuir a sentirte más positivo, pero en segundo plano, tu monólogo interno sigue activo.

Los psicodélicos, por otra parte, hacen más que impactar el humor y el bienestar. De acuerdo a la investigación de Carhart-Harris y su equipo, también desactivan la RND—aplacando al ego y el diálogo interno que viene junto a él. Con una menor función de la RND, nueva información inunda al cerebro; es por esto que muchos dicen que los estados psicodélicos “son más reales que la realidad.” También permite a otras partes del cerebro que normalmente no se comunican a “hablar” con otras, activando nuevas rutas neuronales y posibilitando nuevas perspectivas y conductas. Al desbloquear las funciones inhibitorias naturales del cerebro, comenta Carthart-Harris, los psicodélicos tienen la capacidad de expandir la mente.

En contraste, la molécula del alcohol, es más complicada. Las moléculas de alcohol pueden imitar un número de diferentes neurotransmisores, según el Dr. Antony Abraham, neurocientífico de la Universidad de Washington, y su impacto varía de acuerdo a la dosis y a los factores genéticos del individuo. 

En bajas dosis, las moléculas de alcohol imitan a un neurotransmisor llamado GABA (ácido γ-aminobutírico). Normalmente, las moléculas de GABA restringen la cantidad de dopamina que se libera cuando realizas una actividad agradable, manteniendo bajo control los mecanismos de búsqueda de recompensa en tu organismo. Sin embargo, cuando las moléculas de alcohol se adhieren a los receptores GABA, limitan su habilidad de restringir esta función, justo como los psicodélicos restringen a la RND. Esto “libera las riendas de la dopamina”, comenta Abraham.

¿El resultado? Las reacciones químicas causadas por esos primeros sorbos de alcohol inundan tu cerebro en una “cascada de placer,” dice el Dr. John Harkness, co-fundador y CEO de Rewire Neuro, Inc. En principio, comenta, esto se puede sentir bastante psicodélico: Tus inhibiciones se liberan y tu humor se aligera; este es el estado en el que cantas canciones de marineros y compras rondas en el bar. Pero con el mecanismo de regulación de recompensa disminuido, se te estimula a continuar buscando más de esa conducta placentera, y es ahí donde se vuelve peligroso. 

En dosis más altas, según Harkness Abraham, las moléculas de alcohol comienzan a restringir todo tipo de reacciones químicas—aquellas que controlan funciones como la coordinación, el habla, visión, memoria e incluso la respiración. Si este comportamiento es repetido en el tiempo, los sistemas de dopamina del cerebro se vuelven incapaces de responder de manera apropiada al placer y la recompensa, promoviendo la adicción. 

Aún así, sería equivocado encasillar al alcohol como objetivamente pernicioso y a los psicodélicos como panacea universal. Por el contrario, en ciertas personas, los psicodélicos pueden exacerbar problemas mentales y emocionales y provocar reacciones traumáticas. No puedo enfatizar lo suficiente que los psicodélicos no son para todo el mundo, y el trabajo terapéutico no debe ser intentado sin el asesoramiento de un practicante de curación de experiencia y reputación. 

Así como ambos pueden ser perjudiciales, ambos pueden ser también beneficiosos. Al final, lo más importante no es lo que haces, es cómo lo haces—y el por qué. Muchas sustancias pueden despertar la divinidad perenne; la clave es involucrarse en el ritual apropiado.

DIFERENTES SACRAMENTOS PARA DIFERENTES PERSONAS

A través de la historia humana, los rituales han sido diseñados para responder a grandes preguntas, como por qué existimos y que sucede cuando morimos, “y la manera en la que típicamente sucede es a través de estados alterados de consciencia,” dice Muraresku.

Esto no tiene por qué ser logrado a través del consumo de sustancias. Por ejemplo, las prácticas que marcan la mayoría de edad alrededor del planeta incluyen ayuno, escarificación, tatuajes, privación del sueño e incluso mutilaciones. Lo más importante es que el ritual sea acompañado por dos elementos fundamentales: guía e integración, que Muraresku describe como “algún tipo de perspectiva profunda sobre dónde encaja el participante en la estructura comunal cósmica.”

Y esto no es sólo metafórico. Desde la búsqueda de divinidad inducida por el ayahuasca hasta las frenéticas prácticas con yopo y los Misterios Eleusinos, los rituales tanto de culturas y muchas sociedades indígenas contemporáneas involucran no solo la participación grupal, sino el conocimiento de mitos e historias de la cultura. Shamanes y otros practicantes entran al estado alterado junto a los participantes mientras practican ceremonias necesarias; como describe Plotkin, los enteógenos son “la única medicina en la que el doctor la toma junto a tí.” 

Un ritual apropiado también incluye algún tipo de esfuerzo—físico, mental, emocional, o todos los anteriores—así como tiempo y preparación, comenta Muraresku. Los iniciado Eleusinos, por ejemplo, viajaba desde tierras distantes para llegar al anfiteatro donde tomarán comunalmente parte de la poción junto con las sacerdotisas, quienes dirigían los rituales y representaban las historias de personajes como, Demetrio, Perséfone, y Dionisio. El resultado final era el retorno a la percepción, o lo que veían como una inherente conexión con la divinidad inmortal y con todos los seres vivientes.

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Mientras que el ritual es aún un aspecto el día de hoy, la sociedad occidental, en muchos casos ha perdido su receptáculo comunal y cósmico. Lo que queda son vestigios ceremoniales, y la tendencia a marcar eventos claves de la vida con sustancias que alteran la consciencia es una de ellas. “Cumplir 21 años en Estados Unidos … comparte una de las mismas características de los ritos de pasaje en la antigüedad, la cual es dejar una estación de la vida para pasar a otra,” comenta Muraresku. “Pero hemos perdido el ‘porqué’ que apuntala todo eso. Existe una diferencia entre un ritual y una mera ceremonia.”

Y Occidente es todo sobre las ceremonias. Desde cumpleaños, casamientos y graduaciones universitarias, nuestras ocasiones más importantes “cosifican la identidad individual y refuerzan el apego tanto como es posible,” dice Swift. 

Incluso el creciente campo de la terapia asistida por psicodélicos es individualizada, con participantes en ensayos clínicos usando típicamente antifaces y escuchando música. En contraste a los ritos comunales, los practicantes occidentales tienden a dirigir a los participantes desde fuera de la experiencia, pidiéndoles que describan lo que encuentran y ofreciendo sugerencias. Luego, pueden ayudar al participante a interpretar su viaje, pero no hay una narrativa cultural cohesiva donde colocarlos. Esto puede dejar a algunas personas desamparadas. 

Sumado al contexto específico al ritual, también existe una colectiva hora y lugar establecidos, que abarcan cosas como el estigma social y prejuicio cultural. Si creces pensando que ciertas sustancias y entornos son aberrantes, es difícil separar esa culpa y vergüenza de tu experiencia, sea en un viaje psicodélico o unas cervezas en un bar.

“Pienso que como sociedad, simplemente no merecemos tener buenas cosas, porque no tenemos la madurez suficiente para cuidarlas como corresponde y tratar de incorporarlas de manera madura y responsable,” dice Swift. “Carecemos del abrazo de nuestro deseo colectivo de generar un cambio de consciencia.” 

Recuperar el concepto de ritual en el momento contemporáneo podría ayudarnos a redefinir nuestras relaciones con el uso de sustancias, con cada uno y con nosotros mismos, comenta Swift, porque “todos esos componentes … tienen su lugar y todos tienen beneficios. Existe una necesidad y deseo de sentirnos libres de dolor, de estimularnos y de recreación.” 

“Existen diferentes sacramentos para diferentes personas, diferentes lugares y diferentes momentos de tu vida,” resume Muraresku. “Parte de la razón por la que no he tomado psicodélicos es porque puedo encontrar a Dios en un vaso de cerveza.” 

SE LA ARDILLA

Cuando se trata de rituales, tu intención es importante. Como describe Swift, los psicodélicos no te convierten en una persona diferente—simplemente amplifican lo que ya está ahí. 

Puedo avalar esto. Cada ritual del que he formado parte en amor y júbilo me ha devuelto la experiencia multiplicada, y el opuesto también ha sido cierto. Puedo haber visto o no el rostro de mi expareja convertirse en la de un vampiro; recibir una quemadura en mi piel con un metal caliente para producir cicatrices físicas y emocionales; y ver mi cuerpo entero desintegrarse como un villano en “Indiana Jones y la última cruzada” Cuando yo, también, he elegido de manera poco sabia. Pero esas experiencias fueron contrarrestadas por las veces en las que vi corazones rosa escritos en el cielo derretirse en una consciencia amorosa.

Podría discutir que todo esto ha alimentado la experiencia, sin embargo mi momento de despertar más significativo involucró tomar una cerveza en la cima de una montaña. Como en cualquier ritual verdadero, comenzó con esfuerzo: En este caso, una comedia de errores donde repetidamente fui abandonada por mi Gig Car, seguido de un traumatizante recorrido en auto en una pendiente por varias horas, clima frío y escalando hacia la cima de un pico. Fui recompensada con una vista sobrecogedora; y estando allí, abrí las hojas de mi diario y una AP One Thousand, una Farmhouse Ale fermentada con kveik de The Ale Apothecary, reflexionando sobre los eventos de 2020. En el regreso, iba con retraso. Rápidamente hice el camino de vuelta, con la bebida ritual zumbando dentro de mí, hasta que me detuve en el sendero por una vista escénica. 

Y luego algo sucedió. Todo lo demás en mi conciencia se nubló, y no existió nada más que el gentil solapado de las olas y el canto de las aves, que no podía oír sino ver y sentir. Me fusioné con mi alrededor y él en mí. Una pequeña ardilla apareció sobre un tronco, y no solo vi a la ardilla, yo me convertí en la ardilla, así como me convertí en el agua y los árboles y la tierra bajo mis pies. 

Fue como probar el fruto del conocimiento. Tal vez esto es lo que hemos estado persiguiendo desde que nuestros ancestros miraban hacia las estrellas en Göbekli Tepe. Después de todo, dice Bell con una sonrisa convencida, “La consciencia es lo que alteras para entender esa percepción que ha estado aquí desde siempre.”

Textos, Holly ReganIllustraciones, Colette Holston Language

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