El distrito Ballard comenzó como una apuesta perdedora.
En 1887, nadie estaba interesado en esas 160 acres de tierra talada “indeseable” lindante con las Bahías de Shilsole y Salmon, apenas a unos kilómetros de distancia al noroeste del actual centro de la ciudad. Se convirtieron en propiedad del Capitán William Rankin Ballard, pero solo luego de perder un lanzamiento de moneda contra el Capitán J.A. Hatfield. Ambos estaban disolviendo una infructuosa sociedad, el pago en forma de tierra de un cliente insolvente de su almacén fracasado.
Pero el Capitán Ballard fue un maestro de la reinvención. Ya que no había más madera que talar, trajo al lugar un aserradero, y convirtió las costas en la capital nacional de la teja. Como resultado, los aserraderos trajeron consigo pobladores—y Ballard transformó su “pérdida” en una ganancia de $1,000 por acre, 160 veces.
Hoy, las gaviotas aún planean sobre la brisa salada que cubre el agua gris. de la misma manera que lo hacían al inicio del siglo 20, cuando el malestar político y económico en los países nórdicos generaron un éxodo masivo a Estados Unidos. Pescadores y sus familias encontraron un sentido de familiaridad en Ballard, que se convirtió en su propia ciudad en 1890, formada a imagen de los inmigrantes. Pero para 1907, los servicios municipales locales no pudieron mantenerse al día con el ritmo de crecimiento, y Ballard fue anexada a Seattle.
Para ese momento, el ayuntamiento de la ciudad de Ballard City se vistió de luto, las banderas a media asta. Sin embargo, la ciudad se negó a morir, resistiéndose a la absorción por parte de la gran ciudad y manteniendo una vena de independencia. En mi juventud, era sinónimo de depósitos, pastelerías danesas, y congestión de tráfico que se extendía por kilómetros en el Puente de dos vías de Ballard. Hoy, Ballard aún muestra sus raíces marítimas y herencia escandinava. Pero se ha erguido renovada, con el mismo espíritu emprendedor autónomo que caracterizó su fundación.
En 1990, George Hancock aterrizó en las cotidianas tierras de Ballard e inauguró Maritime Pacific Brewing Company. Como los aserraderos del capitán, el crecimiento de su cervecería atrajo a otros fundadores en este lugar improbable, entre ruinas de talleres de autos y de reparación de embarcaciones y en 2012, una ola de cerveceros comenzó a aparecer. En su personificación más reciente, el barrio comprende el Distrito Cervecero de Ballard, donde 12 de las mejores cervecerías de la ciudad cohabitan en un radio caminable de 1.6 kilómetros.
Cada cervecería narra una pieza única de la historia de Seattle. Decidí destacar seis de ellas en varias salidas socialmente distanciadas.
No llueve en Seattle como la gente piensa, en chubascos sostenidos. Más a menudo, una fina niebla se filtra desde un cielo abigarrado y permanece en la atmósfera, posándose en las chaquetas y aferrándose a las pestañas.
Así es el clima hoy, mientras mi compañero contribuidor de GBH, Dave Riddile y yo, caminamos bajo una de las grandes carpas blancas a las afueras de Lucky Envelope Brewing. A las 9:30 a.m., las puertas abren, y somos recibidos por los fundadores Raymond Kwan y Barry Chan.
Antes de llevarnos en un tour con máscaras alrededor de las instalaciones, probamos la Parti Kyle Pub Ale. El nombre de la cerveza proviene del hecho que es fabricada a partir del parti-gyle de la Imperial Stout de Lucky Envelope, y su sabor es tostado, con un dulzor sutil con notas a caramelo y chocolate y un rastro de avellana—sorprendentemente flexible para una Dark Mild de 3% de alcohol. Mientras caminamos, noto que el salón de catas se ha convertido en un paseo para-llevar con el menú de cervezas tiradas montado al lado de una ventana de plexiglass. Los tanques están adornados con pegatinas de gatos y Super Mario.
Sus fundadores recuerdan como llegaron allí, cálidos y sin embargo resolutos mientras un nuevo año comienza en este mundo invertido por la pandemia. Chan, el brewmaster, es tranquilo, amistoso, y un verdadero nerd de la cerveza. Kwan, el director de operaciones, es apasionado y cometido, el hombre de las ideas. La historia de sus orígenes es el arquetipo: Luego de conocerse a través de amigos, renunciaron a sus trabajos corporativos y decidieron inaugurar su propia empresa de cerveza.
El amor de Kwan y Chan por lo que hacen se demuestra en sus gratas anécdotas en sus primeros días. Puedo ver la manera en la que Kwan se llena de vida al describir sabores, e interviene en los apasionados discursos de Chan sobre nuevos experimentos. Pero lo que verdaderamente los motiva es crear, tal como dice su slogan, “cerveza inspirada por la cultura.”
Los asiáticos y asiatico-americanos son el grupo étnico más grande en Seattle exceptuando la mayoría caucásica. Fueron los chinos quienes emigraron primero en grandes números a mediados del siglo 19; seguidos por japoneses y filipinos. Estos inmigrantes construyeron redes de transporte e industrias en el Pacífico noroeste, dejando la impronta permanente de su cultura también en la región, incluyendo el arte y diseño—pero especialmente hoy la gastronomía y bebidas.
Tanto Chan como Kwan Son Chino-americanos, parte de una minoría de 1.9% de propietarios de cervecerías en un mercado abrumadoramente blanco. Al darse cuenta que nadie estaba narrando su historia, se convirtió en su misión, comenta Kwan, para “introducir nuestra cultura a la gente, usando técnicas e ingredientes históricos y modernos, agregando al mismo tiempo cosas que tuviesen un impacto en nuestras vidas.”
El nombre de la cervecería refleja una tradición del Año Nuevo Chino, en el que las personas mayores regalan “sobres de la suerte” rojos, llenos de dinero, a las generaciones más jóvenes. El color escarlata trae salud y mantiene alejado al mal, mientras que el dinero invita a la prosperidad.
Kwan visita frecuentemente a su familia en Hong Kong. Desde ahí, imágenes de menús, platos y cócteles vuelan vía texto hacia Chan y el equipo. Los ingredientes aparecen luego en los lotes de prueba y en el menú: hojas de té, flores de saúco, o en el caso de su popular cerveza estacional de verano, Two Pepper Pale Ale, chiles habanero y shishito. Incluso intentaron una cerveza de ramen una vez. “Era espantosa,” comenta Chan riendo.
Seattle era un lugar diferente cuando era pequeña. Solía tomar el bus 271 hacia el Distrito U, y vagar por las calles sucias con colillas de cigarros y flyers de conciertos, tiendas de discos y tiendas de antigüedades, tomando café y cultivando el desapego.
La ciudad parece haber estado en construcción toda mi vida, trabajando a través de un interminable ciclo de construcción y demolición a medida que grúas naranjas se multiplicaban en el horizonte. Con el pasar de las décadas, casi todo cambió, desde el clima—más soleado, cálido y seco—hasta el paisaje y la ciudadanía. Los gigantes tecnológicos demolieron la antigua ciudad para construir monumentos para sí mismos, magnates de los restaurantes construyeron sus imperios; y las casas de mitad de siglo con fragancia a moho dieron paso a apartamentos intercambiables de uso mixto con gimnasios y locales de happy-hour en sus interiores.
Para 2018, Seattle era la gran ciudad de mayor crecimiento en Estados Unidos en la década. Esta tendencia comenzó con Microsoft a principios de la década de 1990, pero cuando Amazon construyó su inmensa oficina central en 2010, generó un ecosistema entero de departamentos de altura, restaurantes de lujo y lugares de copas (muchos de los cuales cerraron permanentemente durante la pandemia). El patrón se replicó por toda la ciudad, y para 2017, el alquiler promedio se disparó 41.7%—más del doble del incremento de 17.6% a nivel nacional durante ese período.
Los alquileres en Seattle son los más altos del país fuera de California, forzando a los habitantes nativos cada vez más al norte o al sur. Incluso barrios que fueron una vez accesibles, como Columbia City en South King County, están siendo gentrificados rápidamente, generando precios inalcanzables para las personas que construyeron sus comunidades en ese lugar. Muchos propietarios de empresas pequeñas y trabajadores de la industria de servicios de diversos orígenes ya no pueden permitirse vivir en los mismos vecindarios donde esperan por los traslados de los gigantes tecnológicos.
Hoy, la ridícula y caprichosa atracción secundaria de mi juventud en el viejo Seattle ha desaparecido, desterrada en las polvorientas estanterías de las tiendas del primer nivel de Pike Place Market, entre tarántulas montadas en vidrio y Buddhas importados. Puedo ver un atisbo de ella en Ye Olde Curiosity Shop en Central Waterfront, donde una momia real aterra a los niños. Pero incluso la histórica Ballard Avenue está alineada con tímidas boutiques boho-chic y proveedores de country alternativo sospechosamente sofisticados.
No obstante, es fácil proyectar a la antigua ciudad bajo un tono rosado irreal, y no todo el cambio ha sido negativo. Algunas construcciones han reforzado nuestra ciudad en previsión del Próximo Gran Terremoto, y el boom de bares y restaurantes de la década de 2010 supercargó la creatividad e innovación de la escena gastronómica y de bebidas.
Aún así, “la ciudad está orientada a una multitud más joven'', comenta Hancock de Maritime Pacific, la primera cervecería del distrito. “Con esto, existe un intercambio, y desafortunadamente, el viejo Ballard ha desaparecido.”
Tiene razón: En 2018, uno de cada tres residentes de Seattle, estaba en el rango entre 25 y 39 años, un incremento de 70.000 personas en su demografía desde la llegada de Amazon. Hancock recuerda cuando podías caminar de manera ociosa a través de Leary Way, el paseo ahora congestionado donde se posa su cervecería—en un tiempo en el que ningún edificio de Ballard sobrepasaba los 3 pisos y “la escena cervecera era más geek que algo de moda.”
Pero de la muerte surge una nueva vida, y el Distrito Cervecero de Ballard se sostiene por un espíritu de colaboración entre propietarios y clientes. Esto toma hoy un nuevo significado, cuando 1.023 restaurantes en King County han cerrado permanentemente sus puertas desde el comienzo de la pandemia, y cuando una pinta socialmente distanciada puede sentirse como un salvavidas para la humanidad.
“Cualquier negocio que se sitúe en un área residencial tan densamente poblada necesita permanecer con los pies en la tierra y conectado con la comunidad'', dice Kwan de Lucky Envelope.
Durante 31 años, Hancock ha liderado un grupo variopinto de empleados y clientes a través de las borrascas de Seattle. Se auto proclama el “viejo cascarrabias” de las cervecerías de Ballard, y Maritime Pacific, además de su taproom Jolly Roger, soporta adecuadamente ese eslogan de emprendedurismo: “Es mejor ser un pirata que unirse a la Armada.”
Su cervecería es una excepcionalidad, incluye un restaurante de servicio completo—el mismo modelo de negocio que se vio diezmado por los confinamientos por COVID-19, que comenzaron el Seattle el 26 de Marzo de 2020. Hoy, el comedor se encuentra vacío, revelando un mapa náutico en su piso. Banderas de Jolly Roger se posan contra muros de ladrillo. Si miras por demasiado tiempo el espejo detrás de las canillas de servicio podrías conjurar fantasmas de pescadores. El bar de paneles de madera es ahora una ventana emergente, y las carpas en el estacionamiento albergan a clientes leales amontonados entre calefactores de propano. Es como si un barco pirata de Disney hubiese colisionado con un pub estilo inglés, a la vieja manera de Seattle.
Hancock abrió la cervecería en 1990, convertida desde un taller de autos en la antigua zona industrial (donde reside hoy Peddler Brewing Company). “Mi padre era propietario de un negocio en Ballard, y mi esposa y yo vivíamos en un velero aquí,” comenta, pero no había ninguna otra cervecería acá. Redhook Brewery había abierto en 1981, pero se mudó en 1987. Hale’s Ales Brewery & Pub se mudó a Ballard desde el suburbio de Kirkland en 1995, pero ambas serían las únicas por más de 20 años.
En el año 2000, Hancock contrató un chef, y se mudaron a su actual locación en el extremo este de Ballard. Como suelo hacer cada año, bebo la Jolly Roger Christmas Ale durante nuestra visita invernal: La Strong Ale Inglesa es maltosa y de cuerpo pleno, con dulzor alcohólico y notas a uvas pasas y especias. Maritime tiene 14 canillas, incluyendo tres bombas manuales británicas. La mitad del line up son las cervezas base de la marca con estilos alemanes, británicos y americanos, incluyendo la adecuadamente bautizada Old Seattle Lager.
“Nuestra cerveza no va con las modas, pero es una cerveza buena y consistente,” dice Hancock.
Además, necesitarás algo en que empapar todo el alcohol, y he terminado más de una estancia en Ballard con la cariñosa ayuda de los muy buenos platos de pub de Maritime Pacific. Cuando abrieron el taproom, Afirma Hancock, sólo a los nerds les importaba como estaba hecha la cerveza, así que acomodaron el brewhouse de 4.500L en un edificio contiguo. Aquí es donde nos plantamos, camuflados, distanciados y literalmente infiltrados, con la cerveza posada sobre el guardagolpes de una van estacionada a un lado de los tanques.
Hancock es un impulsor de la comunidad cervecera, pero lamenta la pérdida de la salina placidez característica de Ballard.
“Yo apoyo a aquellos que vienen al barrio, pero cuido de mi propia gente primero. Las personas que trabajan para mi son como mi familia,” comenta, así como los clientes mantienen vivo el fuego donando madera para la fogata nocturna del bar. Después de todo, la pandemia ha sido brutal. “La gente se preguntaría, ‘¿Por qué sigues abierto?’ Y es por la misma razón por la que me inicié en esto. Todo se trata del amor por lo que haces, y el equipo que ha estado conmigo por mucho tiempo. Si fuese por los resultados, hubiésemos cerrado nuestras puertas hace mucho tiempo.”
En 2012, más de 20 años después de la llegada de Hancock, Reuben’s Brews lideró la actual corriente de cervecerías de Ballard. Hoy, es indudablemente la más grande y más conocida.
Su co-fundador y brewmaster Adam Robbings fabrica un amplio abanico de estilos, expandiéndose constantemente para hacer posible la variedad. Reuben’s es casi un sinónimo de IPA—el estilo comprende cuatro de sus seis cervezas base, y siete adicionales de temporada—pero la cervecería tiene también un robusto programa de barricas y un creciente número de cervezas ácidas y Wild Ales. Junto a su esposa y cofundadora Grace y el gerente de producción Mike Pfeiffer (cuñado de Grace), sobrepasaron su primera y muy pequeña instalación en unos pocos meses. Ahora operan tres bloques de cocción y dos taprooms. Si Maritime Pacific es un emblema del antiguo Seattle, Reuben’s es una representación de la nueva Seattle.
“No estamos restringidos por eficiencia en la producción; sólo nos importa el sabor de la cerveza'', explica Adam. “Y si eso significa que necesitamos seis edificios distintos, eso es lo que se necesita.”
Su primera locación, el Taproom, es estilizado y pulcro, con un branding uniforme y una gigantesca mesa de madera tallada a mano con forma de su emblemática “R.” Sus empleados se pasean tranquilos en el fondo, preparándose para la apertura.
Antes de la pandemia, el lugar solía estar lleno a toda capacidad, con grupos que iban desde familias con niños y fanáticos de los deportes, hasta turistas tomando Hazy IPAs y personas nativas holgazaneando en el patio. Para acomodarlos a todos, Los Robbings están construyendo un gran área exterior, y caminamos sobre la grava del extenso terreno que se convertirá en el nuevo espacio.
“Fabricamos 180 cervezas distintas el año pasado, lo cual es más que lo que hizo algún otro en el estado. Tenemos 25 cervezas diferentes en nuestras canillas actualmente,” comenta Adam. “Al mismo tiempo instalamos nuestro fermentados más grande [22.000 litros], y también compramos nuestro tanque más pequeño [800L].”
El objetivo, comenta “no es solo producir en grandes volúmenes, sino ser capaces de realizar algunos proyectos divertidos.” En referencia a lo que será su próxima cerveza estilo Gueuze, en su primer año de maduración en la cervecería piloto. Nos encontramos allí ahora, en un semicírculo de 2 metros de distancia, acompañados por el gerente de mercadeo Matt Lutton.
“Necesitas ser realmente bueno para destacar,” dice Adam. Se siente bien respecto a sus dos menciones en el Great American Beer Festival de 2020. Y está aquí para ganar, marcando sus victorias con su comedido acento británico, explicando su enfoque de teoría del juego en las competiciones: más cervezas en más categorías equivale a más victorias.
“Somos la cervecería más premiada del estado; creo que tenemos 275 medallas ahora'', agrega. Lutton, mirando a través de sus lentes redondos de plástico, intercede para incluir 10 medallas en el U.S Beer Open de 2020, incluyendo el reconocimiento entre las mejores cinco cervecerías.
Por su parte, Grace es una presencia de liderazgo en el distrito, coordinando festivales y eventos. La última vez que la vi fue 18 días antes del confinamiento, cuando Reuben’s albergó una cocción Colaborativa histórica: El evento anual del Pink Boots Society con apoyo a las mujeres del rubro. Fue la primera vez que todas las mujeres empleadas en cervecería de Ballard colaboraron en una cerveza única—“Debería sonreír mas” IPA—y este año se repetirá con una versión remota del evento.
“Fue un gran día. Todos fueron capaces de sacar algo de la experiencia,” comenta Grace. De manera importante, esto incluyó un producto enlatado para las cervecerías participantes para vender cuando los cierres de los taprooms cortaron los flujos de ingreso (en ese momento, Reuben’s era la única cervecería de Ballard con su propia línea de enlatado). Apoyar eventos como este es parte de su responsabilidad como líderes, dicen los Robbings.
“Estamos promoviendo Ballard como un destino turístico, está todo en nuestras etiquetas. Estamos trayendo personas al vecindario. Y espero que lleguen hasta nosotros y a otros mas.”
Fremont, el vecino al lado de Ballard podrá albergar una estatua gigante de Lenin, pero en Ballard, las cervecerías están regidas por un socialismo más benevolente que parafrasea a Marx: A cada cual según su habilidad, a cada cual según sus necesidades.
“Hay muchas cervezas buenas fuera de Ballard, pero la ciudad es un punto focal de la cerveza de Seattle,” dice Andy Gundel, propietario de of Urban Family Brewing Co., quien se mudó al otro lado de Ballard Bridge desde el barrio Magnolia tres semanas antes del primer confinamiento por la pandemia. Rápidamente hizo lo que llamó “un tour de disculpas.” Pero en lugar de competidores, encontró camaradería.
“Pienso que no hubiésemos sobrevivido el año pasado si no hubiésemos tenido una sólida relación de trabajo entre nosotros”, explica Gundel. Cuando un lavavajillas fue entregado sin instrucciones, corrió hacia Stoup Brewing buscando ayuda para instalarlo. Cuando Urban Family se quedaba sin ingredientes o tapas de crowlers, llamaban a Kwan y Chan: “les decía, ‘necesitamos cosas!’ a los que respondían, ‘acá estamos!’”
Andrew Pogue y Geoffrey Barker abrieron su primera locación, Fair Isle Brewing, en Febrero pasado, y experimentaron ese mismo espíritu de generosidad.
“Pedimos prestados los elevadores de otros. Algunas de las cervecerías ayudaron a fabricar mosto para nosotros cuando nuestro bloque de cocción se retrasó,” comenta Pogue. “Existe este interés adquirido en el éxito de todos.”
Robbings compró el primer barril de Chan. Además, los cerveceros se inspiran unos a otros.
“Encontrarnos tan cerca de las otras cervecerías con un gran equipo y grandes cervezas ha sido divertido'', dice Franny Wright, gerente general de Urban Family. “Estamos en los lugares de los otros todo el tiempo,” agrega Gundel, llamando a Stoup “el bar de empleados.”
“La gente que ama la cerveza artesanal tiende a atravesar ciclos con sus cervezas, y disfrutar la experiencia de descubrir cosas nuevas'', dice Jess Keller Poole, cofundadora junto a Shawna Cormier de la Seattle Beer School. Y el manifiesto de Ballard se extiende a sus clientes: a cada cual con sus ofertas, a cada quien con sus gustos.
“Podríamos tener la misma receta, pero las cervezas no serían nada iguales al momento de estar listas” comenta Hancock. “Por esto es que el Distrito Cervecero de Ballard ha sobrevivido.” Además de los ya mencionados, el barrio es también la casa de Obec Brewing, el Taproom de Shilshole Ave. de Cloudburst Brewing Company (la popular locación nueva de la cervecería en el centro), Bad Jimmy’s Brewing Co., y taprooms de las marcas no nativas de Seattle como Lagunitas Brewing Company y Great Notion Brewing.
A principios de 2020, los propietarios comenzaron a esbozar estatutos y acuerdos de operación para la Ballard Brewed Coalition, la cual se convertirá en una organización oficial de promoción y marketing. Esta colaboración ya ha permitido coordinar eventos comunales y obtener la atención de oficiales locales en asuntos clave. Tal vez aún más importante, ayudó a las cervecerías a crear un código de conducta uniforme para la protección de clientes y empleados frente al COVID-19.
Sin embargo, no todos tuvieron la misma suerte. Los propietarios hablan en tono bajo cuando hacen referencia a Populuxe Brewing, una cervecería de la primera ola que cerró permanentemente el 23 de Diciembre. En las palabras de los fundadores sobre los esfuerzos por ayudar: “No fue suficiente.”
Con origen en el Seattle de la década de 1980, el grunge revolucionó el rock and roll, destronando la tiranía de la música pop. Reapareción en los ‘90 junto a la cultura del skateboard. Ahora, el grunge ha vuelto—en la cerveza artesanal.
El ethos alternativo vive en Urban Family. Antes de ponerse de moda, la cervecería construyó su reputación, en las palabras de Gundel, como “el sujeto que hace sours con fruta.” Ahora están “trabajando en reversa”, y dando un giro hacia las lagers.
“Es una campaña en contra de la locura alrededor de las Hazy IPAs americanas y la incorporación de algo tradicional, refinado, y jodidamente difícil de hacer bien”, comenta Cormier acerca del resurgimiento de las lagers. Además, dice Gundel “No somos una cervecería con una cerveza emblemática. Hacemos lo que sentimos que debemos hacer en el momento.”
Esta postura amplia incluso incluyó beer slushies durante la pasada ola de calor del verano, admite Gundel, observandonos desde bajo el borde de su gorra. “El staff estuvo presionandome por tanto tiempo, que eventualmente compré [una máquina], y los slushies eran un éxito de ventas cada semana.”
Hoy, estamos tomando la Rice Lager de Urban Family, Perpetual Groove, una cerveza limpia y fresca de esas que limpia el paladar. Muchos otros están aquí por el funk: Las sours de la cervecería y sus estilos farmhouse van desde delicadamente efervescentes hasta las más osadas y mucho más ácidas. Dark Hymn es una de mis favoritas—es una rica Black Sour con moras y que me lleva al límite de mi nivel de tolerancia de acidez sin sobrepasarse.
Si bien no es muy grunge, el staff es servicial y ofrece sugerencias a los no iniciados, y las colaboraciones de cervezas ofrecen oportunidades de aprender y crecer. Gundel cita una próxima cerveza junto a Lowercase Brewing del sur de Seattle: “Son bien conocidos por sus lagers. Queríamos saber como podíamos contribuir a esa conversación.”
Urban Family se encuentra aún tratando de encontrar sus cimientos acá. El barrio del cual salió es tranquilo, con solo una cervecería vecina y clientes fijos de largas estadías. En la semana inicial en Ballard, no obstante, un cliente arrancó un asiento de retrete, otro se encerró en el baño y otro lanzó una cerveza desde el balcón.
Pero hoy, los consumidores se comportan mejor, conversan alrededor de fogatas y hacen scroll en la aplicación Untappd mientras los dulces tonos de mandolina y lánguidos cantos apalaches suenan en los parlantes. El patio está bien preparado para el clima invernal, con robustas carpas blancas que ofrecen protección y al mismo tiempo ventilación, los calefactores zumban bajo luces navideñas multicolor.
El montaje fue construido por el gerente de vestíbulo Agustin Sanchez. Gundel lo llama el “palacio externo.”
Si viajas dos cuadras al sur te encontrarás en Fair Isle, donde Ballard se encuentra con el futuro de Seattle. El taproom es una mezcla de chic escandinavo y lo rústico del Pacífico Noroeste, cálido y frió danés al mismo tiempo. Los mostradores blancos brillan contra las paredes color carbón que combinarían con el antiguo cielo de Seattle. Afuera hay un patio espartano con mesas hechas de barricas y bancos de color espuma marina.
Entrevisté primero a sus co-fundadores Pogue y Barker cuando el espacio no era otra cosa que una cáscara vacía. Hoy, luce precisamente como el esquema de sus diseños, como si los dibujos hubiesen saltado de la página hacia la tercera dimensión. Se adapta igualmente a una discusión filosófica, una animada reunión de amigos, o para acomodarse a leer un libro con un delicado goblet de cristal. De hecho, todo en Fair Isle se hace con intención, desde el espacio físico hasta su elección de socios en la cadena de suministro.
“Hacemos la cerveza que queremos tomar, y creamos un espacio para tener las experiencias que disfrutamos'', dice Barker. En palabras de Pogue, la misión es proveer “una comprensión más profunda de lo que es la cerveza de fermentación mixta y de la abundancia que tiene para ofrecer el Pacífico noroeste, junto a la experiencia del salón de cata y la comunidad de personas que lo disfruta.”
El menú de cerveza tirada es una carta de amor a los bosques y el agua, y el recolector y pescador que atraviesan ambos. Los elementos sensoriales incluyen no solo duraznos e híbridos entre damascos y ciruelas, sino también el petricor: Como afirma la cervecería, algunas de sus cervezas huelen como la primera lluvia luego de un período de sequía. Yo disfruto Alexandra: una Saison fabricada con flores de epilobio, una hierba nativa. Es fresca y ligera, efervescente y seca; casi puedo sentir el sabor de los pastos de la pradera alpina, la miel de las abejas entre las flores. Ellos experimentan con lotes pequeños en su serie Windward and Leeward, dice Barker, jugando con ingredientes como peras caramelizadas, algas marinas y Rubus Spectabilis.
“Fabricamos exclusivamente Saisons de fermentación mixta y cervezas maduradas en madera. Nadie mas [en Ballard] realmente hace eso. Somos probablemente 95% producto local, y nos gusta conectarnos con los agricultores de quienes nos proveemos, compartiendo sus historias junto a la nuestra.”
La reverencia al mundo natural e involucramiento con el ecosistema de alimentos y bebidas es importante en Seattle. donde el movimiento de comer-local emergió junto al de California y las relaciones entre cerveceros, productores, y chefs es cercana. Después de todo, el Valle de Yakima, apenas unas horas al este, es el hogar de algunos de los mayores proveedores de lúpulo del país.
Mientras que la mayoría de las cervecerías albergan food trucks locales, Fair Isle es el único en el núcleo noroeste del distrito, en tener una cocina comercial. Originalmente imaginaron cenas de armonías mensuales con distintos chefs, pero se ha convertido en una cocina comisionada de facto durante la pandemia, rotando chefs locales en su espacio. Ahora organizan pop-ups frecuentemente—uno en Enero destacó comida callejera Latinx—y vendió cervezas invitadas, sidras y vinos naturales.
“Nuestro programa de vinos es una de las cosas inesperadamente emocionantes que hemos hecho,” comenta Pogue. “Es una conexión estupenda con personas que también están explorando nuevos sabores que se relacionan con nuestras cervezas, pero no son específicos de ellas.”
“Encontrémonos en Stoup.”
De esta manera es como el co-propietario Brad Benson desea que las personas piensen sobre la cervecería: como un espacio acogedor para el encuentro social. Para mi, es acertado—La cerveza de Stoup ha armonizado con algunas de las conexiones más significativas de mi vida. La cervecería es propiedad de Benson junto a su esposa, y directora creativa Lara Zahaba; y su amiga Robyn Schumacher, directora de operaciones y la primera mujer en el estado de Washington en convertirse en Certified Cicerone.
Stoup abrió sus puertas en 2013, no mucho después de Reuben 's. Los propietarios de Stoup son una raza exótica, habiendo crecido en el Pacífico Oeste e impregnados de la escena cervecera de Seattle; Zahaba y Benson salían juntos cuando las fiestas caseras servían barriles de Maritime. Si bien Stoup puede no tener tanta fanfarria como las otras cervecerías del área, discretamente fabrica algunas de las mejores cervezas de Seattle.
“No estamos desesperados por ser los populares,” comenta Schumacher. “No estamos acá por las modas y las luces de las cámaras'', agrega Benson. “Se trata de construir una comunidad, ser aceptados, y hacer que la gente se sienta bienvenida cuando están aquí.”
En el verdadero estilo del Noroeste, el trío ama las IPAs y siempre ofrece varias, pero Benson también disfruta de fabricar y beber Pilsners y otras lagers. Las cervezas base de Stoup incluyen la NW Red, Citra IPA, Pilsner estilo alemán, Bavarian Hefeweizen, y la multi premiada Robust Porter, la cual es una de las cervezas que llevaría a una isla desierta. Usualmente hay algo madurado en barrica también, como la Russian Imperial Stout que bebo durante nuestra visita—es potente pero suave, con vivaces notas de café, e integra muy bien sus IBUs.
Químico forense de profesión, Benson experimenta ahora con levaduras, azúcares, lúpulos y cereales. Su entusiasmo es palpable mientras nos muestra el laboratorio y nos explica lo que vendrá. Mientras tanto, Schumacher—quien abandonó una carrera de 13 años en la docencia para convertirse en cervecera en 2011—aporta una estudiosa dedicación al oficio. Junto a Benson, crean cervezas que se destacan sutilmente: Siempre fieles al estilo, y nunca he percibido un off-flavor.
“No es fácil,” dice Zahaba, “pero la consistencia a través del amplio espectro de la cerveza es algo que tiene mucho significado para nosotros.”
El convenientemente ubicado espacio es en gran mayoría, el trabajo de Zahaba, y destaca mesas de madera talladas a mano, iluminación tenue, y un jardín cervecero donde los colores brillantes aparecen entre carpas y una hoguera. Recientemente agregaron el Greenhouse: Un anexo con techo de vidrio con un gran calefactor y plantas que caen desde montajes en los muros. Aunque está cerrado temporalmente, el espacio interior incluye un amistoso taproom y un lounge solo para adultos con vista panorámica al patio.
“Especialmente este año, ha sido gracias a los clientes locales que vienen regularmente. Han sido nuestro soporte más fuerte.”
Oportunamente, algunos clientes regulares pasan por el lugar y saludan a los dueños como si fuesen vecinos. Ella conduce 50 kilómetros de tráfico pesado hacia el sur para visitar Stoup, me dice, porque “Me enamoré de estas personas.”
Nuestro tour termina en el Greenhouse, donde Riddile y yo tomamos pintas, reflexionando sobre los cambios en los últimos cuatro años. Mientras lo hacemos, el sol finalmente aparece, brillando sobre los techos mojados por la lluvia y creando arcoiris nacarados en los estacionamientos.
Antes, Kwan nos contó que, “No puedes olvidarte de donde provienen las cosas, pero tampoco puedes vivir en el pasado.” Haciendo referencia a la cerveza de su fabrica, pero también podría aplicar para describir a Seattle. No todo cambio es malo, ni todo crecimiento es bueno. La clave está en añadir algo, creando el presente en el que deseas vivir—y apostar al menos favorito.