Good Beer Hunting

La Última Cruzada — Rich Soriano Quiere Hablarte Sobre Lambic

Para escuchar a Rich Soriano exponerlo, sería bastante simple decir que pasamos nuestro día vagando a través de la periferia de Bruselas. A medida que conducimos por los suburbios industriales en una mañana húmeda de Octubre, Soriano—Guía espiritual Lambic para visitantes de Bruselas—nos dibuja su rutina regular del Sábado. Primero, a la blendería de Lambic Gueuzerie Tilquin para abrir el taproom,luego una parada rápida en el Valle del Río Sena en busca de algo de comer y beber en una de sus guaridas de lambic favoritas y mayormente olvidada. 

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Pero ahora, el reloj nos indica que entramos a la tarde, y aún no hemos salido de Tilquin. Soriano sirve los dregs de la última botella en un vaso cercano, y el fundador de la blendería, Pierre Tilquin, emerge detrás de un vaso de cartón con un destello en sus ojos y una botella verde garabateada en rojo en una de sus manos. La segunda parte de nuestro plan es desaparecer rápidamente en el horizonte. Soriano—el chico del Sur de la frontera de Texas quien se ha convertido en un promotor esencial e improbable de las Lambic y la cultura que las sostiene—se inclina hacia la barra con una mirada que intima: “Bueno—¿Que esperabas?”

ORVAL = ¿LA DROGA DE INICIACIÓN?

En 2009, Soriano llegó a Bélgica como un consumidor de Coors Light drinker, apenas consciente de la trinidad culinaria del país, cerveza, chocolate y waffles. Su primer contacto con la cerveza local no llegó a través de las Wild Ales de Bruselas y el Valle del Sena, sino con una fresca botella de Orval en un deslucido café de pueblo a las afueras de Mons. Esa cerveza de iniciación encendió su curiosidad, y lo colocó en un camino que lo llevó inexorablemente a la última cervecería en funcionamiento de Bruselas.

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La escena belga de la cerveza hace una década atrás era un mundo diferente. Lo “Artesanal,” como es entendido en el 2020, realmente no existía. Los productores locales de Lambic estaban emergiendo hacia un período de seguridad financiera luego de décadas de declive y falta de inversión, y la mayoría de cervecerías no estaban preparadas para recibir a visitantes solitarios como Soriano. “Si googleabas ‘Cosas cerveceras que hacer en Bélgica’ 10 años atrás, Cantillon era una de las pocas cosas que aparecía en la búsqueda,” comenta. Así que es allí a donde fué, y luego de 10 años realmente no se ha ido. Suena como una escalada abrupta—desde la aburrida consistencia de Coors Light ta la acidez confrontativa de una Cantillon Gueuze, pero ese perfil de sabor no era una novedad total para Soriano. “Siendo hispano, en específico Mexicano-Americano, tenemos una atracción por los sabores ácidos,” comenta Soriano. “Así que probé [Lambic], y pensé, ‘¿Entonces puede ser ácida la cerveza? ¿No tengo yo que agregarle lima?’” 

Siendo hispano, en específico Mexicano-Americano, tenemos una atracción por los sabores ácidos, así que probé [Lambic], y pensé, ‘¿Entonces puede ser ácida la cerveza? ¿No tengo yo que agregarle lima?’

Se autodescribe como un inquieto por la cultura, Soriano fue atraído no solo por estas cervezas ácidas sino por las tradiciones fuertemente arraigadas que descubrió alrededor de ellas. No ha sido el primer intruso extranjero en caer bajo el hechizo de las Lambic: para algunos, el atractivo está en el mito que rodea la cerveza de siglos de antigüedad, mientras que para otros, son las técnicas idiosincráticas de producción y la complejidad de sabores que producen. Pero para completar su aceptación en la fraternidad Lambic, Soriano debió convencer a los miembros de la vieja guardia que su pasión era verdadera. Los productores de Lambic emergieron en la década del 2000 golpeados luego de 50 años de declive y desinterés local por las cervezas tradicionales. Como truculentos innatos, eran reticentes a cualquier prospecto de aventurero buscando rédito del resurgimiento que estaba sucediendo. 

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Pronto se dieron cuenta, al observar a Soriano en los bares de Lambic de la región, restaurantes y taprooms de cervecerías, que su interés estaba lejos de ser egoísta. Lo observaron invitar a extraños a compartir una botella y sus historias con él, o dirigir a grupos dispares de gente y juntarlos, creando un itinerario para el resto de su día o llevarlos consigo en su ruta personal a través de los mejores lugares para comer y beber en el área. Eventualmente, los convenció.

INDIANA JONES

“Oh hombre!” exclama Soriano cuando le pregunto que motivó su conversación, y su pasión por convertir a otros, más allá de su aprecio por el gusto de las Lambic. “Es como cuando la gente dice, ‘Nunca he visto ‘Indiana Jones.’’ ‘Bueno, hoy vamos a ver Indiana Jones!’’ Tengo la oportunidad de mostrar a alguien algo nuevo e interesante. Puedes mostrar a la gente cosas geniales, y ofrecerles su propia historia sobre Lambic.” Soriano dejó Bélgica no mucho después de su propia epifanía, pero continuó evangelizando en bottle shares y fiestas Lambic mientras vivió en el medio oeste americano y los condados ingleses. A pesar de su fervor, nunca tuvo problemas para vender la Lambic. Soriano aún rechaza la actitud fetichista y onanista de lo peor de la cultura Lambic masculina respecto a la adquisición de vintages o eventos exclusivos. “A nadie le gusta la arrogancia de estos tipos,” comenta.

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Las nubes se hacen a un lado y el sol otoñal se cuela por las ventanas del taproom. Una pareja padre-hijo de Rhode Island entra a la blendería por una cerveza. Con vasos llenos en mano, se unen a Soriano por un tour en las instalaciones, No hubo ningún proceso de postulación para convertirse en el vaquero multipropósito de Tilquin. Luego de volver a Bélgica luego de un tiempo fuera, Soriano comenz+o a visitar la blendería en sus tours regulares del Sábado. “Era literalmente solo Pierre en aquel momento, había una chimenea, y siempre, siempre hacía frío,” comenta Soriano. “Pensé en la magnitud de lo que hacía como algo genial. Este tipo estaba haciendo lo que quería hacer a su manera, y respeto mucho eso.” Soriano se convirtió en un elemento regular los sábados, luego comenzó a colaborar con los tours, y cuando Tilquin abrió un taproom dedicado, Soriano encontró su lugar detrás de la barra.

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Ha sido una relación mutuamente productiva. Soriano y una banda de entusiastas online de Tilquin que ayudó a reunir en un grupo de Facebook, han alentado a Tilquin en su experimentación más extravagante con Labics frutadas. El público del taproom de los sábados regularmente sugiere combinaciones escandalosas como una añejada en barriles de ginebra, una labic con dryhop de nibs de cacao, o un blend de ananá y banana. Tilquin rechazaba amablemente estas sugerencias—al menos hasta 2015, cuando Soriano y otros administradores del grupo se juntaron en la blendería para su primera cata navideña. Cuando Tilquin abrió las puertas y los dejó entrar, ellos encontraron pilas de ananás y bananas. Tilquin finalmente hizo caso a una de sus idas de farol y los hizo trabajar cortando y pelando.

EXPERIMENTOS ENTUSIASTAS

Tilquinananas nunca se ha lanzado comercialmente, pero algunas botellas aparecen en un evento ocasional, etiquetadas con el “sello de aprobación” de Rich Soriano. Esta tradición colaborativa ha continuado desde entonces, siendo el último resultado siendo una botella verde garabateada en rojo que Tilquin ha preparado. Resulta ser un Blend Lambic Tilquin y Stout con café congolés y fue idea de Soriano. Los americanos ya se han ido y estos dos hombres se apoyan sobre el borde de la barra mientras que Tilquin gentilmente bromea con Soriano sobre su incipiente perfil en redes sociales. La tarde desaparece a medida que bajamos botellas de Gueuze con sirope de maple, quince Lambic, pinot noir y pinot gris blends. Alguien trae algunas botellas de IPA del refrigerador para equilibrar de vuelta el pH de nuestros estómagos. Cuando el hambre comienza a aparecer, el plan original de Sábado resucita. El cercano Café De Bascule es e primero en la lista, un café de estación elegante en una villa donde el tren ya no hace parada y crea grandes platos de los salados y ligeramente ácidos pottekeis (queso local de oveja).

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Luego de nuestra breve parada, hacemos camino a través de las abultadas carreteras del Pajottenland hacia el hamlet de Mekingen. La cabeza de Soriano se mantiene clara, habiéndose ausentado del bacanal anterior en el taproom, y conoce bien estas vías. Cuando estuvo en peligro de desaparecer en el abismo, se rescató a si mismo entre los rincones y recovecos de estas colinas.

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En el otoño de 2014 Soriano estaba a un mundo de distancia de Bruselas. Estaba vacacionando en Camboya cuando un accidente catastrófico en bicicleta de montaña lo llevó a un hospital en Bangkok, con su brazo derecho paralizado y su movilidad reducida permanentemente. Luego de dos semanas de rehabilitación, Soriano regresó a Bélgica con una licencia por enfermedad, golpeado, moreteado y en busca de consuelo. “Comencé a pasar tiempo con personas entusiastas de las Lambic,’ dice. “Me sentaba a charlar y me lo permitían…porque tenía todo el día, y claramente no estaba en el mejor estado mental.” 

Antes del accidente, hacía pesas, hacía bicicleta de montaña,” dice. “Era todas estas cosas y tuve que re-identificarme. Y en la búsqueda de mí mismo, lo que soy, encontré esta cosa por la cerveza.

Así que se encontró en lugares como el Oude Smis van Mekingen. Hay una sola mesa en el medio de la habitación donde caminamos por el bar y la tomamos. En una esquina un par de trabajadores bajando con cerveza un día de trabajo con sus botas sucias y desamarradas. Salchichas secas cuelgan en el bar, junto a carteles amarillentos de schlager revue y calendarios antiguos, hechos por bancos que ya no existen. Una mesa de hombres mayores comparte una botella de Moriau Gueuze, y cuando la moza viene a tomar nuestra orden, seguimos su consejo. 

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“Antes del accidente, hacía pesas, hacía bicicleta de montaña,” dice. “Era todas estas cosas y tuve que re-identificarme. Y en la búsqueda de mí mismo, lo que soy, encontré esta cosa por la cerveza. Así que aposté más a la cerveza, y me quedé con ella.” 

Cuando resurgió, Soriano tenía en sí el poder de revelar los placeres peculiares de las Lambic y de su herencia. Porque Soriano es un facilitador moderado, deja que la cerveza hable por sí misma mientras toma el placer de observar a novatos experimentar sus propias epifanías en el fondo de un vaso de Lindemans o De Troch Lambic. De hecho, si fuese por él, hubiese preferido que este artículo no saliera.

Llega el momento de la cena, y emergemos del Oude Smis hacia un crepúsculo. Soriano  nos guía bajo el sentido de la memoria a través de estas villas flamencas de ladrillos rojos. Las colinas en el exterior se hacen más oscuras y el alcohol en el organismo refuerza su agarre mientras yo pierdo el mío. Hay interludios breves en una nueva cervecería LAmbic seguida de un par de cervezas en el Den Herberg brewpub antes de re-enfocar los eventos mientras pasamos por el Castillo Beersel, con sus torretas iluminadas por reflectores.

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Nuestro destino final es el restaurante de 3 Fonteinen en la plaza principal de Beersel. Soriano es un visitante frecuente, volviendo al tiempo en el que solía compartir un café matutino un Sábado con Armand Debelder en la cervecería, justo detrás del restaurante. “Lambic es una designación cultural y deseaba conocer más sobre ella,” comenta Soriano. “Este anciano parecía saber mucho. Así que lo dejé que me contara todo sobre ella.” Han permanecido amigos cercanos, cada uno experimentando su propia década turbulenta. 3 Fonteinen fue forzada al borde del colapso en 2009 luego que una falla catastrófica en el termostato forzara a Debelder a tirar 80.000 botellas, pero una década después, Debelder ha enderezado la nave al punto que ha cedido el control justo antes que se anunciara una nueva cervecería y deposito de barricas por un monto de €25m en Octubre de 2019. 

Hacer entender a la gente que las Lambic son geniales, y únicas [pero] … es [sólo] cerveza. Podemos beberla.
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Es el sobrino de Debelder, Thomas quien da la bienvenida a Soriano a el iluminado restaurante con una gran sonrisa. Ellos intercambian chismes mientras se nos muestra una mesa cerca de la barra, y se hace evidente, más que la cerveza o la antropología cultural amateur, que estas relaciones son lo que unen a Soriano con esta extraña esquina de Bélgica. Eso y su evangelio modesto alabando las virtudes simples de un vaso de Lambic. “No es como, ‘¿Por qué no puede ser como en los viejos tiempos?’” comenta Soriano, reflexionando sobre la dramática transformación en la percepción de las Lambic, incluso en la década en la que él se ha involucrado. “Para mí es mas … hacer entender a la gente que las Lambic son geniales, y únicas [pero] … es [sólo] cerveza. Podemos beberla.” 

Así que lo hacemos, y comemos abundantemente antes de volver a Bruselas. Soriano me despierta de mi sueño a medias y me deja en los límites de la ciudad antes e continuar hacia la noche. Tiene más paradas que hacer. Aún hay, después de todo, gente que no ha visto “Indiana Jones.”

Fotos + Textos
Eoghan Walsh
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