La semilla fue plantada de manera inconsciente en un viaje a Denver en 2017. Fue allí donde conocí a Emily Hutto, fundadora de la cooperativa de relaciones públicas enfocada en cerveza artesanal Rad Craft, en Station 26 Brewing Co. en mi último día en la ciudad. Compartí algo de tiempo con su equipo aquella tarde antes de apresurarme al aeropuerto para volver a Chicago. Nos hemos mantenido en contacto desde entonces vía redes sociales y un mensaje ocasional cada vez que pensamos que nuestros caminos pueden cruzarse. Luego entró un correo en mi bandeja los primeros días de agosto: Ska Brewing dará una fiesta para celebrar su 23er aniversario en Durango, decía. ¿Estarías interesada en asistir?
Si, si estaría.
Mi avión aterriza en Durango—en el aeropuerto del condado La Plata —en una hermosa mañana de jueves a principio de Septiembre. Tomo un respiro profundo mientras desciendo del avión y ya me siento diferente, más liviana. Debido a lo extenso del suelo árido, los cielos azules, y lo brillante del sol, la experiencia ya es diferente a mi habitual visita alguna cervecería en Inserte-Gran-Ciudad-Metropolitana-Acá.
[Comunicado: La Oficina del Área de Turismo de Durango pagó los boletos aéreos de nuestra escritora para este artículo. Estamos agradecidos por su colaboración en lograr hacer más integral nuestra cobertura de la cerveza de Colorado.]
Esto es lo que sabía sobre Ska Brewing, antes de mi llegada: su IPA, Modus Hoperandi, fue una de las primeras cervezas artesanales en lata que encontré cuando me mudé a Chicago unos 10 años atrás. Incluso cociné requesón frito con ella. Lo que no sabía era lo integral que es esta cervecería, no solo para Durango, sino para la región de Las Cuatro Esquinas.
“Nos encontramos en nuestra pequeña burbuja acá,” dice el cofundador de Ska Brewing Dave Thibodeau cuando lo conozco. “Ha sido bueno para nosotros.”
Conduciendo en el centro de Durango, Ska se hace reconocible, un logo a cuadros iluminado en neón se muestra en las ventanas de los bares y restaurantes de la ciudad. Salimos por un par de cervezas antes de la cena y rápidamente noto que cada cervecería sirve también las de Ska Brewing justo al lado de las propias. Este tipo de conección es más significativa cuando estás viviendo en un área remota y poco poblada. Eventualmente aprendo que este es el hilo conductor de la comunidad.
La cena es en Ore House, donde Ska es acompañada en la lista de cervezas por un puñado de cervecerías que van desde Nuevo México hasta la vecina Telluride. Hutto señala algunas cervezas de La Cumbre Brewing Co. y Marble Brewery, ambas en las afueras de Albuquerque y ambas confirmadas en su participación de la fiesta aniversario de Ska.
Luego de la cena buscamos algún lugar para el último trago de la noche. “Orio’s es un sitio popular. Aún está permitido fumar dentro,” me informa Hutto.
Optamos por seguir caminando y nos encontramos viendo hacia este lugar, Colorado Pongas, donde gloriosa música rap se escucha fuerte saliendo de sus ventanas abiertas y estudiantes universitarias se posan en las aceras. Parece encendido de esa manera universitaria, que desafortunadamente no comulga con estas vibras seniles que he venido desarrollando de a poco.
Finalmente, nos decidimos por los que parece ser una opción más sensata—Joel’s Bar, justo al lado—y nos sentamos en una esquina de la parte superior. Hutto, su compañero de trabajo Aaron y yo, optamos por pintas de Mexican Logger de Ska (una Lager, por supuesto) para terminar la noche.
“No puedo esperar para llevarte a la pasarela en Ska mañana,” me dice Hutto mientras terminamos nuestra cerveza. “Te mostraré exactamente donde me encontraba cuando decidí que necesitaba mudarme acá, a Durango.”
Ella se había mudado desde Denver unas pocas semanas antes. Me genera curiosidad saber que podría causar a alguien desarraigar su vida de una ciudad de rápido crecimiento—debió ser algo que valía la pena ¿no?
Luego de una caminata matutina en el sendero Animas River, mi compañera Bria y yo nos dirigimos a la cervecería. Llegamos un poco temprano, y comienzo a tomar algunas fotos mientras me sacudo las miradas de reojo que generalmente recibes cuando caminas por un lugar con una cámara pegada a tu rostro sin la presentación adecuada. Hutto se encuentra con nosotros fuera, e inmediatamente nos hace servir una cerveza en el taproom.
El taproom de Ska es modesto pero acogedor, lo que le da esa sensación de comodidad: podrías pasar la tarde en alguna de sus mesas y perder total noción del tiempo. Personas comienzan de a poco a llegar para tomar el almuerzo desde el mostrador dedicado de comidas al final del salón. Thibodeau se nos une y luego de algunas presentaciones, comenzamos a hablar sobre el estado actual de Ska luego de 23 años en el rubro.
Diseñada para distribución, Ska Brewing actualmente ronda la marca 4 millones de litros. Thibodeau ve su tamaño actual como estar entre la espada y la pared: se carece del nivel de influencia derivado de la capacidad de tirar dinero como las cervecerías grandes regionales, pero es lo suficientemente grande para tener que vender toda su cerveza.
“Si estuviésemos inaugurando hoy, nos enfocaríamos más en nuestro salón de catas. Pero no estamos configurados de esa manera” explica. ”Pero qué haces para mantenerte relevante en otros mercados? Necesitan resonar, pero al mismo tiempo, necesitan mayormente, vender.”
Cada cerveza aún hace la diferencia en las finanzas de la cervecería, lo que significa que nada se desperdicia. Un lote fallido de Brut IPA se convirtió en una IPA de piña, que algunas personas recibieron bien, de acuerdo con Thibodeau. Pero probablemente no sea una receta con la que la compañía se quede. Acá, las irrepetibles son pocas y distantes entre sí.
“Somos de este tamaño inadecuado!” Thibodeau comenta entre risas. “Pienso que la autenticidad es realmente lo que tenemos, sabes? Solo hacemos lo que disfrutamos hacer y luego cruzamos los dedos.”
Nuestros vasos se vacían y Thibodeau tiene algunos compromisos que cumplir antes de la fiesta VIP esa noche (evento que da inicio al fin de semana de celebración de aniversario). Mientras desaparece rumbo a la cervecería, tomamos un tour alrededor de las instalaciones. Vemos algunos rasgos familiares: fermentadores y ollas de acero inoxidable, líneas de enlatado, un sistema piloto. Finalmente, trepamos hacia la pasarela que emerge a un lado de la cervecería. La vista es hacia el estacionamiento, así como el impresionante horizonte de las no tan distantes montañas.
“Es exactamente acá donde me encontraba, tomando una cerveza con Dave, cuando decidí que necesitaba mudarme a este lugar,” dice Hutto.
Mirando hacia esa inmensidad, no me sorprende. No puedo dejar de tomar fotos de la misma vista una y otra vez, en gran parte esperando capturar la sensación que me produce en ese momento. Y fue ahí, cuando casi decido mudarme a Durango yo también.
Es casi la hora en la que pasamos a modo fiesta. Y en esta noche debutará la nueva Brut IPA de Ska, Moral Panic.
Para el momento en que llegamos al predespacho de la fiesta, los asistentes hacen fila para probar la nueva cerveza. Thibodeau aparece en su bicicleta junto a Steve Kurowski del Colorado Brewers Guild GM. Da la sensación que personajes de todo Colorado hacen el viaje a Durango para la celebración del fin de semana.
Moral Panic es uno de los experimentos más extraños que colocaremos en lata para distribución. Es limpia, fresca y amigable para limpiar el paladar—especialmente después de alguna comida.
“Galaxy es el lúpulo principal. Es impresionante porque percibes ese aroma inicial del galaxy Galaxy. Sin embargo, como fermenta por completo, carece de ese amargor que permanece,” explica Thibodeau. “Solo termina y te sientes como, ‘Podría tomar una más!’”
Tomo una segunda. Pero debido a la agenda apretada del día siguiente me escabullo en los remanentes de luz solar y vuelvo a mi Airbnb en las afueras de la ciudad.
Soy empujada al fondo de una van Volkswagen junto a un grupo de otros escritores y fotógrafos, nos llevan al Ferrocarril de vía angosta de Durango & Silverton. Nuestro destino se encuentra a unos 60 kilómetros al norte de Durango, en Silverton, Colorado. Silverton, con una población de ~637 habitantes, es un antiguo campo minero y ahora un hito histórico nacional. El ferrocarril tiene la misma designación y sirve como agente económico principal de la ciudad vía turismo.
Nos detenemos entre densas nubes de humo, que emergen de la chimenea de la locomotora. Empleados del ferrocarril se ven ocupados paleando carbón, alimentando las calderas y preparándose para el viaje del día. Complacen nuestras peticiones de fotografías del tren, contrapuesto a las impresionantes montañas detrás.
Ya a bordo, los rieles desaparecen hacia una estrecha grieta antes de emerger de nuevo desde un cañón gigante. Pasamos las próximas dos horas y media deleitándonos con cada vista espectacular de las montañas, valles, y vías marítimas antes de detenernos en un claro donde Silverton se materializa como si fuese un truco de magia.
Es un lugar extraño, que evoca a las antiguas películas del viejo oeste. Caminos de tierra que se alinean con edificios estilo saloon y tiendas mayoristas. Gente pasando de prisa en motos de cuatro ruedas y de motocross. Las montañas reemplazan al cielo y el horizonte no es visible. El grupo pasea por el lugar durante un rato. Yo me tomo una Kölsch de Golden Block Brewery, una de las dos cervecerías del pueblo, y me dirijo al negocio de al lado para pedir una hamburguesa en The Grand, un restaurante salón conectado al hotel.
Más tarde volvemos todos a la van y regresamos a Durango, pero nuestra corta estadía es exactamente el tipo de viaje sobre el que Silverton se sustenta para sobrevivir. El Bosque Nacional San Juan National se incendió a principios del verano de 2018, justo antes de mi visita. La ferrovía sufrió daños significativos, así como también la Ruta 55, que conduce a Silverton, estrangulando realmente su actividad económica y aislando al pueblo prácticamente de todo.
Líderes de la comunidad se volcaron a actuar, incluyendo a Ska. En colaboración con Oskar Blues y otras cervecerías alrededor del estado, se lograron recaudar $28.000 como parte del evento “Save the San Juans Saturday” donde los participantes donaron el equivalente a un barril de cerveza a cada establecimiento local en Durango y Silverton, y dos cajas de cerveza a cada minorista, para apoyar el turismo cervecero y generar conciencia sobre los esfuerzos en minimizar las consecuencias del incendio. En total, la gestión de Ska y otras organizaciones de recaudación no relacionadas con la cerveza lograron sumar $416.000 para ayudar a trabajadores suspendidos, evacuados, pequeños negocios y organizaciones sin fines de lucro.
“Ska es una de esas empresas locales que siempre está en la primera línea de batalla tratando de retribuir a su comunidad,” dice Theresa Blake Graven, quien maneja la publicidad turística de Durango. “Adoro la industria de la cerveza artesanal porque tienes negocios compitiendo entre si, uniéndose para trabajar en estas causas.”
El estacionamiento de Ska se convirtió en un salón de carpas cerveceras, y se han instalado 35 cervecerías, todas preparadas para servir. Los asistentes se han vestido con sus atuendos favoritos de zapatos a cuadros blancos y negros, chalecos abiertos y cinturones tachonados. Incluso veo algunos mohawks increíbles entre la multitud.
La vibra inicial es bastante relajada. La gente aprovecha al máximo las últimas horas de sol en la tarde, comen algo, socializan y comienzan a embriagarse. Patas de pavo asadas embadurnadas de salsa barbecue justo saliendo de las brasas. Mazorcas de maíz le siguen después. Tomo una de cada una y pego un par de bocados antes de que mi compañera las confisque y me ladre en mi intento de recuperarlas. Creo que tendré que sobrevivir a esta noche sin la adecuada base en el estómago.
Por ahora, el escenario está vacío. Se escucha un playlist en los altavoces mientras las personas pasean con sus cervezas y fuman marihuana en los montículos gramados. El punzante aroma es penetrante, y delicioso, mientras el sol comienza a ocultarse detrás de las montañas.
La música comienza a sonar en serio y algunos amigos comienzan a bailar skankin’. Vestidas para hacer honor a su nombre, Las Monjas de Brixton comienzan su set mientras que los asistentes comienzan a acercarse al escenario. La banda ruega a los primeros en llegar que canten las letras junto a ellas mientras la voz principal dirige el micrófono hacia un grupo que parece más que dispuesto a prenderse. Las Monjas de Brixton es una banda de covers de Clash, lo que significa que todos los mohawks gritan al unísono.
La música siempre ha sido el gran foco de las fiestas aniversario de Ska. Bandas pequeñas y grandes, de ska (Fishbone, The Skatalites, y Reel Big Fish) y de no ska (Supersuckers, The Denverites), han sido invitadas a participar a través de los años. Less Than Jake tocaría en 2017, pero el huracán Irma desbarató las esperanzas. A Thibodeau le gusta la pluralidad.
“Hemos tenido ska tradicional, algún ska de la tercera ola, y ska dos tonos. Ahora hemos recibido algún ska de la Costa Este,” él refleja, la verdadera identidad de su compañía.
De a poco, la multitud migra desde las carpas de cerveza, el montículo y el taproom para congregarse alrededor del escenario. Mientras tanto, siguen llegando nuevos grupos de gente al estacionamiento de la fábrica. Antes de que pueda darme cuenta, el espacio está repleto. Luego de las Monjas de Brixton, los Doped Up Dollies se suben al escenario y calientan a los asistentes antes del artista principal: Big D and the Kids Table.
“Participan mucho del Warped Tour. No tocan en el Oeste más que eso, así que es divertido poder tenerlos,” dice Thibodeau. “Son todas estas pequeñas conexiones [entre cada banda]. Usualmente, cualquier persona con la que hablamos ha escuchado sobre nosotros o nos conoce.”
Big D sabe como trabajar a una audiencia, y la banda no pudo haber hecho un mejor trabajo en subir el ánimo con sus acordes poderosos y líricas irreverentes. La música parece contrastar con el fondo del ocaso de Colorado, que se transforma lentamente de vívidos tonos naranja a suaves púrpuras antes de caer por completo la oscuridad.
Cuando termina el show, la gente permanece. cantan, terminan sus bebidas, y se ríen mientras son empujadas hacia la salida. Queda claro que esta fiesta es algo que la gente local de Durango y los cerveceros asistentes esperan todo el año.
“Ska ha sido un grandioso socio de distribución para nosotros y coloca tremendas fiestas,” comenta el maestro cervecero Jeff Erway de La Cumbre, en Albuquerque. “Thibodeau es una gran persona que realmente cree en la cerveza de la manera que solo alguien que fundó una cervecería en los 90’ podría—desvergonzadamente.”
Marble Brewing, también de Albuquerque, envía a sus empleados a la fiesta cada año como premio, de acuerdo a la gerencia. Nate Jackson, gerente de empacado y hombre de mantenimiento de Marble, me comenta que el evento ha sido uno de sus festivales favoritos. (Ha asistido muchas veces.) Sus palabras de admiración hacia una de sus cervecerías más dignas de respeto resumen agradablemente el perdurable atractivo de este negocio en Durango.
“Aún recuerdo tomar por primera vez True Blonde en un bar en el centro” me dice. “Luego de eso, tomé tres más. Había logrado un estándar de calidad durante años, y era el ejemplo para cualquier cerveza que entrara en el juego.”