Vacacionar puede convertirse en un pase libre al hedonismo: Champaña con tu café antes del amanecer, opulentas sobremesas para cerrar cada comida y—cada vez con más frecuencia—múltiples porros de buena hierba. Incluso en el caso que no uses el nuevo código postal como excusa para dejar que el cálido abrazo del espíritu sibarita te seduzca, probablemente esperas algunas comodidades básicas en tu hogar fuera del hogar. Para muchos significa, con cada vez mayor cotidianidad, un lugar privado para un maridaje nocturno de Quinannan Falls India Pale Lager de Bell’s con una exuberante flor predominantemente Índica y total ausencia de pantalones—sin ninguna amenaza inminente de arresto por esos últimos dos factores.
Aunque algunas áreas, como el Estado de Nueva York y Washington D.C han descriminalizado su uso, el consumo de cannabis está aún prohibido en la esfera pública de todos los treinta-y-tantos Estados con cierta legalidad en los libros. Mientras tanto, espacios privados—desde Airbnbs hasta pensiones con desayuno—varían ampliamente en su aceptación respecto a la marihuana. En 2019, pizarras de tiendas de café exaltando lattes con CBD a 12$ no son suficientes para compensar la escasez de lugares donde se puede fumar sin problemas. ¿Dónde…puedes hacerlo?
Casi 20 años antes de todo esto, Sean Roby—un tipo que creció en los alrededores de los viñedos de su familia cerca de Napa—pudo prever lo que se venía. A principios de la década de los ’00s, Roby guiaba tours de vinos, y comenzó a notar plantas de cannabis en rincones escondidos de propiedades de viñedos en California, probablemente en los albores de de legislación médica para esta planta en 1996 en ese Estado.
“El turismo del vino se convertirá en turismo del cannabis,” Roby comenta. “De manera espontánea me llegó esta idea: Bud and Breakfast (Porro y Desayuno).”
Compró el el dominio por “cerca de 6$.” La idea—bastante evidente viendo el nombre del negocio—cobró vida en 2013, cuando Roby comenzó oficialmente a tomar reservas. Bud and Breakfast ha expandido sus alquileres cannabis-friendly a centenares, desde Jamaica y Uruguay hasta Washington D.C. y por supuesto Colorado, donde se basan sus operaciones.
“Cannabis-friendly podría ser cualquier cosa, en serio,” Roby comenta. “Es realmente un amplio espectro, así que tenemos lugares en nuestro sitio que son tolerantes con el uso en los cuales no es molestia para ellos que fumes afuera y hay un dispensario a la vuelta de la esquina para un verdadero, porro y desayuno todo-incluido, donde llegas al lugar y hay un bar de flores, hay una clase de yoga cannábica, hay masajes infusionados con CBD, hay clases de sushi y de enrollar porros. […] Actualmente hay un lugar en el condado de Sonoma y Mendocino del sur donde están colocando tirolesas en los viñedos—te lanzas sobre el Pinot Noir, también está la cepa OG Kush y el Cabernet Sauvignon, sabes? La gente se está volviendo realmente creativa con todo esto. Es genial.”
Roby no fue el único que logró ver más allá e identificar oportunidades. Un número de empresas hoteleras se han matriculado desde entonces, The Guardian llamó a ‘Bud and Breakfast’ el “Airbnb del turismo cannábico” por allá en 2015. Fumadores auto-identificados cada vez tienen más opciones cuando viajan a ciudades como Denver y Portland. Servicios de todo-Incluido como Kush Tourism y My 420 Tours, los cuales ofrecen desde tours de plantaciones de invernadero hasta recorridos en bus con temática cannábica, hacen sencillo tener una experiencia plena sin importar el lugar donde duermes.
En cuanto al problema de fumar antes de ir a dormir, existe un elemento poco romántico en el hecho de colocar una toalla en la rendija de la puerta del baño antes de encender uno. Por supuesto, muy pocos hoteles ofrecen habitaciones para fumadores (de cigarros) por estos días, lo que podría volver más paranoico, a alguien “fumado” por culpa de las alarmas de humo. Aparte de los hoteles, opciones de economía colaborativa parecen ser una apuesta más segura, aunque aún operen bajo una modalidad de estudiar cada caso por separado.
Hay para elegir entre opciones cordiales con las mascotas, pero Airbnb no agrega aún la opción “blunt$$$ 4 dayz” en su lista de servicios, justo debajo de “estufa interior.” Tanner de 31 años de edad (prefiere ser mencionado por su apellido para mantener su privacidad) fue cauteloso al buscar sutiles indicios en su reservación de Airbnb para Denver al asistir a una boda en Octubre porque “queríamos la libertad de fumar dentro o el perímetro de nuestro alojamiento sin tener que violar las reglas del anfitrión.” Su grupo acabó acomodándose en lo que concluyó siendo un espacio “abiertamente amigable”.
“Había una pipa, hojillas, y grinder en la mesa de luz, a los que dimos buen uso tambien,” Tanner, quien estaba de visita desde Canadá (país que ha legalizado completamente el cannabis), comenta. “Fumamos en la cama, baño, cocina, y en el patio trasero. Básicamente, nos sentimos bastante cómodos portando y usando cannabis y comestibles en este espacio sin el miedo de enfadar al anfitrión u obtener una mala calificación de su parte. El proceso de reservar el espacio y describirnos ante el [anfitrión] en nuestro mensaje introductorio—y la previsión de alojarnos en un lugar amistoso con el cannabis—fue casi más divertido y emocionante que el mismo hecho de estar allí.”
Muchos consumidores asiduos no pensarían siquiera incluir la búsqueda de este término al planear sus vacaciones, por decir, un lugar donde alojarse para un baby shower en San Diego (donde el consumo es legal y generalizado), mucho menos un viaje de negocios en Monticello, Georgia (donde el cannabis no es legal en ningún sentido).
Cada vez más, Airbnbs en lugares legales incluyen alguna especie de resumen sobre las políticas sobre marihuana del anfitrión. En un Airbnb en el bohemio distrito de arte RiNo de Denver que reservé el otoño pasado, tenían simples condiciones respecto al uso del cannabis en el librito informativo Trapper Keeper, junto a sugerencias de museos e instrucciones para el uso del Apple TV. Mi anfitrión, quien dice que su relación personal con el cannabis se limita a consumer algún comestible ocasionalmente, explicó:
“Conocemos muy bien a la ciudad de Denver y sabemos que existe una cantidad importante de gente que visita Colorado, porque el Estado en el que habitan no permite el uso recreacional, y que esa es una parte de la experiencia. […] Queríamos ser francos respecto al hecho que nos sentimos cómodos al permitir su consumo, y el patio parece ser la mejor solución para no afectar a futuros huéspedes tampoco.”
Muchas veces los anfitriones no ofrecen explícitamente permisos o condiciones claras. Airbnb, como compañía, nunca ha lanzado oficialmente algún protocolo para “fumadores”. (Tampoco respondieron a nuestras consultas sobre el tema para destacar en esta historia.) Dado al rico cúmulo de precedentes y lecciones para Airbnb, desde “orgías con drogas” hasta propiedades usadas como escenarios para pornografía, vaciar el cenicero del porche parece una petición pequeña para cada anfitrión, independientemente de las regulaciones federales.
Desafortunadamente, pedir permiso a un anfitrión para encender uno—especialmente a través de la plataforma oficial de mensajería de Airbnb—podría implicar consecuencias para las partes, e incluso riesgos legales. (La amenaza de perder presencia en el sitio web podría ser suficiente para mantener a un anfitrión al margen respecto a este asunto.) Un amigo de Brooklyn, que prefiere conservar su nombre en el anonimato, dice que aborda a anfitriones (tanto en Estados donde es legal como en los que no) antes de alojarse, pidiendo su “visto bueno” de fumar en el patio, si está permitido. Dice que siempre promete abstenerse de fumar en los interiores, como tambien ser cuidadoso con las cenizas en climas cálidos. Más que nunca, este amigo en particular comenta que trata de evitar multas (o calificaciones negativas) que puedan incurrir en dejar el lugar apestando, o la violación de reglas del lugar.
Muchos huéspedes evitan del todo hacer estas consultas. “Fumo en esos lugares [pero] usualmente traigo conmigo un cigarillo electrónico para no llamar su atención,” Ash, una treintañera de Atlanta, comenta sobre sus hospedajes en general, no solo Airbnb. “Generalmente trato de consumirlo en exteriores o en el baño con el extractor encendido, por si acaso.” Otros amigos han reportado fumar de manera clandestina en patios o exhalar hacia la campana encendida de una cocina para evitar problemas.
Puede que en el futuro, no haya necesidad de estas precauciones o conversaciones, mientras negocios como el de Roby continúan floreciendo y expandiéndose más allá de su nicho de mercado. Jupiter Hotel Boutique en Portland, Oregon, ofrece ahora “el primer paquete de hotel canábico de la ciudad”— pero hay un inconveniente.
“Ya que el hotel no puede ofrecer ningún producto que contenga THC, el paquete incluye todo menos el kit de hierba,” Katie Watkins, community manager de Jupiter explica. “Nos asociamos con Jayne [un dispensario en Portland], quien provee un lindo starter kit que incluye todo desde hojillas hasta un grinder. También incluye un cigarillo electrónico, y un descuento para comprar cannabis en Jayne, la revista Oregon Leaf, una sudadera de Jupiter, y algunos comestibles, que incluyen un descuento en After Dark Cookies, que tienen reparto nocturno de galletas recién horneadas.”
Si la explosión de resorts cannábicos de lujo en Canadá es algún indicio, algo similar podría suceder en los Estados Unidos mientras las legislaciones sigan pasando. Hasta entonces—cuando tengamos disponible esa opción en las plataformas de alojamiento—estaremos relegados al patio trasero.