Es mitad de Julio en Barcelona. El sol se ha ocultado detrás de los techos del distrito de almacenes en Sant Andreu, pero los muros blancos aún conservan el calor. En el atrio en el que me encuentro irradia desde todos los ángulos, lo que me da cada vez más sed. Me dirijo a la esquina donde una mujer pelea con una línea de servicio de cerveza espumosa. Sonríe a modo de disculpa mientras un ventilador hace mover su cabello a través de su rostro. Carente de Español básico—y mucho menos Catalán—Saludo a su gesto y espero pacientemente.
Se supone es el lanzamiento mensual de Garage Beer Co., pero poco parecido a los lanzamientos en los que he estado en Estados Unidos y el Reino Unido. En principio, no hay líneas de servicio, En su lugar, todos merodean tomando pintas y comiendo comida callejera y moviendo sus pies al ritmo de música Afro-soul en vivo. No he visto salir ninguna lata en las premisas en muchas horas. La gente está acá por la fiesta, porroneando su camino a través del interminable verano.
Barcelona no es una ciudad para el ñoño de la cerveza. No aún, en todo caso. Incluso el trayecto desde el aeropuerto te lo recuerda, mientras aceleras pasando los enormes fermentadores de Estrella Damm. Se asoman a través de la autopista, como monumentos imponentes de un régimen inamovible.
Pide una cerveza en el centro de la ciudad y te servirán Estrella. Nadie se molesta en revisar, y usualmente no se proveen de nada mas. Para una ciudad tan obsesionada con su comida, colectivamente Barcelona prefiere su cerveza fría y burbujeante. En una provincia con tan fuerte identidad local, el hecho que Estrella sea local, es suficiente.
Por supuesto, eso tampoco es cierto para todo el mundo. Mira más allá de las trampas de turistas y hay una escena underground burbujeando quietamente con frustración. Bares de barrio como CatBar han apoyado incondicionalmente a cervecerías más pequeñas durante años, mientras que encontrar lugar para sentarse en El Vaso De Oro, un restaurante enfocado en cervezas, es prácticamente imposible. Bodega Fermín, justo al lado de la playa, ha comenzado a servir grandes cervezas junto a comida casual y deliciosa en un intento de llevar lo artesanal a las masas, y Ølgod ha traído la sensibilidad nórdica a la escena de la ciudad. Otro destacable es BierCaB, un moderno bar de cervezas y restaurante en el centro de la ciudad, funcionando desde 2013, el cual tiene el tipo de cervezas importadas que impresionaría a cualquier persona en el mundo. También está situada a la vuelta de la esquina de la locación original de Garage.
Si bien dista de ser la primera cervecería artesanal de Cataluña, Garage es probablemente la primera en ganar reputación internacional por sus Pales y Sours. Sus fundadores Alberto Zamborlin (italiano) y James Welsh (Inglés) llegaron a esta ciudad por vía de carreras distintas, conociéndose en un club de homebrew en 2013. Welsh terminó en Barcelona trabajando en la industria de impresión, pero en realidad proviene de un largo linaje de cerveceros de cask ale—su padre pasó la mayoría de su carrera en Ringwood Brewery en Hampshire. Él se había enamorado de la ciudad y vió una oportunidad de instalarse allí y al mismo tiempo mantener viva la tradición familiar.
“Mi viejo es un cervecero, al igual que mi tío, mi hermano es dueño de un pub y puede fabricar cerveza,” dice Welsh. “Me encontraba en un limbo luego de dejar mi trabajo en la impresión, así que fuí a una escuela de homebrew dirigida por un tipo llamado Steve Huxley.”
Huxley era un cervecero británico que terminó fundando un brewpub en Cataluña llamado Barcelona Brewing Company, pero es mejor conocido por su libro, La Cerveza – Poesía Líquida, y por su tutoría local. Aunque murió en 2015, su legado es aún visible en toda la escena cervecera de Barcelona—de manera más visible en los tokens que recibes en el Barcelona Beer Festival, los cuales tienen su rostro.
“El obtuvo la primera licencia de alcohol para cualquier productor artesanal en toda España; persuadió al hombre que fundó el Barcelona Beer Festival para ponerlo en marcha; estuvo detrás de Dougall’s Brewery; y es la razón por la cual conocí a Alberto,” dice Welsh. “Es una gran parte de nuestra historia—incluso colocamos nuestro brewpub en el lugar que lo hicimos bajo su recomendación.”
La cerveza artesanal española estaba—y quizás aún lo está—en su infancia cuando Welsh conoció a Zamborlin, quien se había enamorado de la cerveza mientras vivía con un homebrewer estadounidense en Dublín. Ellos se llevaron bien desde el principio, y estuvieron de acuerdo en que no había suficiente cerveza moderna producida de manera local en la ciudad. Estrella dominaba con la marca de Lager local llamada Moritz peleando por el segundo lugar contra Heineken y Amstel. Decidieron abrir una cervecería juntos, pero unirse a esa pelea con las multinacionales era un ticket directo a la insolvencia. En lugar se enfocaron en un modelo brewpub, dónde la mayoría de su volumen sería vendido in-situ. Zamborlin y Welsh pasaron meses buscando un lugar, recurriendo a la observación de edificios vacíos o tocar puertas donde fuese que vieran carteles de alquiler. Eventualmente encontraron una antigua papelería en Carrer del Consell de Cent, en el barrio que Huxley había recomendado. Tenía historia, y mucho más importante el espacio y locación industrial se adaptaban bien para un lugar de producción.
Garage Beer Co. abrió en Enero de 2015, en el mero corazón de Barcelona. Trabajando con un presupuesto ajustado, Welsh y Zamborlin trataron de crear un espacio que combinase el estilo descontracturado de las bodegas tradicionales de Barcelona con la vibra industrial internacional, que debido a la necesidad, se convirtió en la estética de la cerveza artesanal. Pronto, La primera locación de Garage atraía a creativos y estudiantes con su cerveza, música y ambiente. Encima de esto, el muro de arte rotativo de la cervecería exponía a artistas locales—un punto adicional de conexión dentro de una ciudad tan creativa.
Durante los primeros meses, Zamborlin y Welsh hicieron todo: dirigir el negocio, fabricar la cerveza, y pararse detrás de la barra. Fueron anfitriones y estuvieron de fiesta tanto como sus cuerpos les permitieron. Para ellos, estar presentes era esencial—no solo en las noches de fiesta, sino en las noches tranquilas también.
“La cerveza es solo cerveza,” dice Zamborlin. “Puede ser grandiosa, puede que no lo sea. Pero necesitas algo más, necesitas gente, necesitas contar la historia. Suena tonto pero si no crees o conoces lo que estás haciendo, la gente se da cuenta.”
Es afortunado que fueran tan tenaces sobre el lugar y la cultura, porque para empezar la cerveza no estaba del todo a punto. Comenzaron fabricando una cerveza estilo lager fermentada con Ale—esencialmente una Kölsch con lúpulos americanos—y la inspirada en la Costa Oeste Garage IPA, pero tenían algunos inconvenientes para obtener fermentaciones limpias. El padre de Welsh los visitó para ayudarlos, pero estaba encontrando problemas de diacetilo en la cerveza que no podía resolver, e incluso recurrió a la consulta de libros escritos por Huxley.
“Su cerveza era discutible al principio, luego mejor—pero la mayoría de las veces no era grandiosa,” dice el escritor sobre cerveza español Joan Birraire. “Sin embargo, el lugar era genial, y la gente no aficionada a la cerveza comenzaría a frecuentar el lugar debido a esto, al mismo tiempo que podían tomar una cerveza distinta cada vez. No notarían si la cerveza estaba mejorando o no.”
El modelo estaba funcionando, pero servir pintas de una cerveza de la cual el cervecero no está orgulloso es difícilmente sostenible, y como ellos mismos reconocen, necesitaban un poco de ayuda. Esa ayuda llegó en la forma del maestro cervecero de Brooklyn Brewery, Garrett Oliver, quien irrumpió en el bar una noche durante el Barcelona Beer Festival, para sorpresa de Welsh.
“Estaba retirándome—Debía volver con mi esposa, quien estaba embarazada en aquel momento,” dice Welsh. “Pedí a Alberto que le comentara sobre crear una colaboración con alguien en Nueva York, pero estaba demasiado ocupado. Así que me acerqué y brevemente dije, ‘Has probado las cervezas, no son tan buenas. Nos gustaría aprender algo más, ¿con quién podríamos hacer una colaboración?’”
Pocas personas en el mundo están tan bien conectadas como Oliver, pero incluso Welsh se sorprendió de haber sido puesto en contacto con Other Half. Sam Richardson y Matt Monahan generosamente acordaron viajar y fabricar una cerveza con ellos, y el producto resultante, In Green We Trust, colocó a Garage en su actual camino. La cerveza, una Session IPA hecha con lúpulos Palisade y Mosaic, era audaz y aromática, gracias a la mentoría de Richardson and Monahan.
“Esa cerveza simplemente despegó,” dice Welsh. “Era mucho más lupulada que cualquier cosa que hubiésemos hecho antes, pero los consumidores españoles están más acostumbrados a aromas prominentes en el vino, así que nuestro próximo paso era continuar haciendo cervezas muy aromáticas.”
El éxito inesperado de In Green We Trust persuadió a ambos literalmente en confiar en lo verde, y sus Pales e IPAs siguieron la pesada impronta de dryhop de esa cerveza. El hecho que el estilo New England- IPA fuese piedra angular de Garage no llega sin ironía. Como la mayoría de cerveceros europeos, Welsh y Zamborlin vieron la tendencia en Instagram mucho antes de probarla, y como muchos otros incluso se burlaron de su apariencia. Afortunadamente, su crítica no les impidió cambiar de criterio, y les dió un gran nombre para su primer NE IPA hecha por si mismos.
“‘Soup fue el nombre que encontramos para hacer una parodia de todos los estilos que estaban surgiendo,” dice Welsh, en referencia a las American IPAs turbias que seguían apareciendo en su feed. “Nunca pensamos que haríamos esta clase de cerveza, así que cuando logramos hacer una Hazy IPA, debíamos llamarla Soup.’”
Aunque fue originalmente parte de sus ciclo estacional de cervezas, Soup se ha convertido en la IPA insignia de Garage. Si bien la combinación de lúpulos Mosaic y Citra le ha ayudado a generar popularidad—cada lata es una patada de ananá jugosos y notas de mango—no se puede negar que el nombre y diseño hizo eco dentro de los consumidores. Mientras que la primera puede haber sido un golpe de suerte, el diseño irreverente de la lata—“Soup” aparece deletreado con fideos, como una sopa de letras—fue el resultado de una planificación cuidadosa. Desde el principio, la identidad visual de la marca ha estado a cargo de la esposa de Welsh, Sevkan Ariburnu. Ariburnu tiene experiencia en branding y recientemente abrió su propio estudio; con la apariencia y vibra de Garage, ha logrado la dura tarea de desmarcarse en un mercado cada ves más saturado y colorido.
“Si bien el mundo de la cerveza artesanal está lleno de gran diseño, en su mayoría es diseño vectorial,” comenta Ariburnu. “Pensé que una lata fotográfica con objetos destacaría entre los colores y la formas. También con objetos podíamos contar una historia cada mes—cada temporada hay un tema, y en conjunto crean una colección.”
Ariburnu se inspiró en diseñadores de moda quienes, bajo la presión de hacer lanzamientos constantes, crean un rango de diseños que comparten rasgos comunes. Así también, en los artes de Garage,cada temporada tiene una paleta de colores: un lienzo monocolor sobre el que un objeto es colocado al frente y al centro, o repetido a modo de papel tapiz. El resultado es siempre llamativo, incluso entre el arcoiris de latas de 440ml en las heladeras europeas.
Una cerveza, sin embargo—otra colaboración con Other Half llamada More Green—se hizo memorable por una razón distinta. Mostraba un pezón centrado y al frente, y aunque no era claramente masculino o femenino, causó revuelo en la comunidad cervecera del Reino unido. El mercado británico se había convertido bastante sensible a etiquetas sexistas consecuencia de décadas de publicidad explotadora sobre alcohol, y lo vieron a través de esa lente.
Aún frustra a Welsh, quien dice que a través del resto de Europa, e incluso dentro de Garage Beer Co., la reacción violenta fue recibida con sorpresa. Ariburnu también estaba poco preparada para las respuestas, al ver su trabajo como una declaración feminista más que un intento de explotación.
“Tenía emociones mixtas cuando lo hice,” admite. “Estaba haciendo un trabajo con enfoque feminista al mismo tiempo, era una madre primeriza, y provengo de un país musulmán oprimida por los hombres. Así que había algo de ira allí, pero la tensión no es necesariamente algo malo en el arte.”
En el largo plazo esa tensión probablemente fue buena para la cervecería. El debate que generó sirvió como exposición de marca en nuevos mercados, y fue también una oportunidad de promover el trabajo de Ariburnu. Si bien distinguió a Garage, la intención de Ariburnu expuso no obstante, uno de los muchos riesgos de la exportación. Es mucho más difícil controlar el mensaje y de hecho, la calidad de la cerveza cuando la colocas en manos de otros, y Garage Beer Co. ha comenzado a confiar fuertemente en la distribución y exportación para crecer.
Aunque la exportación no era parte del plan inicial de Garage, la cervecería ahora envía cerca de 45% de su producción al mercado externo. Por supuesto, cuando fundas un brewpub, intentas vender la vasta mayoría de tu volumen directo al consumidor. Pero una vez que Garage alcanzó total capacidad, debió tomarse una decisión—¿se arriesgarían sus fundadores a una expansión y crecimiento en el mercado o se conformarían?
Luego de meses de la apertura, la cervecería estaba volando. Las cervezas estaban yand Zamborlin podían sentir el boom de la cerveza española a la vuelta de la esquina. Ambos fundadores decidieron que deseaban construir una cervecería tan integrada a la cultura de Barcelona como las dos cervecerías productoras de Lager que llegaron antes.
“Cuando llegué me dí cuenta que la única cerveza en Barcelona era Estrella,” dice Welsh. “Luego en 2004 Moritz llegó y se inyectó muchos recursos a ese proyecto, y pensé de manera ingenua que, bueno, si habían dos cervecerías, podía haber treo o cuatro o cinco. Nuestro sueño era ver nuestra cerveza por toda la ciudad.”
Eso significó que necesitaban mucho más volumen que el que podía darles el pub, así como un mejor margen. Para expandirse, recibieron un aval del gobierno y encima de eso una campaña de recaudación pública, lo que trajo €500,000 adicionales por parte de sus aficionados—la recaudación pública más grande que ha visto la historia de España. En 2016 abrieron una nueva planta con capacidad de hectolitros en el distrito de Sant Andreu.
With the stage set, they started trying to push their beer into more mainstream venues: the kinds of bars and restaurants where beer was secondary to the food, or ambience, or price. Unfortunately, they found Estrella and Moritz had a tight hold on the market, and breaking through—particularly on draft—was almost impossible, even when pushing the lighter and cheaper Garage IPA.
“Es increíblemente competitivo porque no hay canillas,” dice Welsh. “En el nicho de 20-30 bares con líneas rotativas existe una oportunidad, pero también mucha oportunidad para perderla. En los pubs diarios tendrás apenas una línea, probablemente Estrella, Moritz, o Heineken—y ellos han pagado por la instalación, heladeras y mobiliario para apartar a la competencia.”
Los lazos y precios no eran los únicos obstáculos. Si bien mucho mejor para la cerveza, la decisión de la cervecería de enlatar puede enfrentarse con las preferencias de la mayoría de consumidores por la botella, debido al amor de España por el vino. Incluso el hermoso clima les jugaba en contra, con las cálidas temperaturas creaban problemas de servicio en una ciudad que nunca construyó bodegas o cámaras de frio para cerveza. No pudieron alcanzar capacidad dentro de un año, y la presión financiera comenzó a hacerse aparente.
“Hubo un período en 2017 en el que estábamos perdiendo mucho dinero mensualmente,” dice Welsh. “Había un colchón de recursos que teníamos del gobierno español, pero decidí tomar el teléfono y hablar con algunas personas [fuera de España]. Rápidamente se volvió claro que podíamos sustentar el negocio con exportaciones, y lentamente empujar hacia el mercado local.”
Si bien el mercado para las cervezas de Garage en españa era vocal pero reducido, había muchos otros distribuidores alrededor de Europa en la búsqueda de marcas para ayudar a destacar sus portafolio. Ya que Barcelona es uno de los destinos turísticos más populares del continente, cualquier cervecería que fabricase cerveza moderna y excitante existe un caché extra en la mente del importador. Luego de algunas conversaciones, Garage estaba exportando hacia el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Escandinavia. Por supuesto, esto representó nuevos retos en la distribución menos que ver con el precio y más con la calidad. También como los tiempos de empacado y lanzamientos para cumplir con los envíos internacionales, Garage encontró una manera ingeniosa de hacer seguimiento a su cadena de frío.
“Nuestra cerveza es como la cerveza en cask: debe ser vendida rápidamente porque sabemos que los lúpulos se apagan. Tenemos estos stickers térmicos que adhieres al pallet y si sale del rango de 6–8° [Celsius; 43-46° Fahrenheit], cambia de color. Cuando es recibida por el distribuidor toman una foto y nos la envían, así podemos asegurarnos que la empresa de cargo la está transportando de manera adecuada.”
La cervecería estaba creciendo de nuevo, y la exportación daba tanto a Garage como a Barcelona un renombre internacional en la cerveza. En 2018, la compañía fabricó un poco menos de 2.400 barriles (2.800 hectolitros), y en 2019 está en camino a doblar esa cifra. Los negocios locales, sin embargo, han continuado siendo difíciles fuera de los bares especializados en cerveza artesanal. Cerca del 20% de lo que produce Garage se queda en Cataluña, lo que sorprendería a cualquiera que conozca lo mucho que su gente valora la producción local. De igual manera, con Moritz y Estrella reclamando el mismo origen, una valiosa herramienta de mercadeo se pierde. Se espera que el servicio especializado y el amor por los productos artesanales, ganen en su lugar.
“Tenemos un representantes de ventas internacional, que cuida nuestros distribuidores en España y las ventas locales de Barcelona,” comenta Zamborlin. “Luego tenemos otra persona cuyo trabajo es abrir nuevas cuentas en sectores no artesanales—cafeterías, hoteles, restaurantes. Su trabajo es el más complicado en el corto plazo, pero esperamos que el tiempo lo compense!”
Welsh dice que están enfocándose más en encontrar un terroir en su proceso, con el uso de más frutas locales y barricas para desarrollar la historia que quieren contar acerca del lugar que han elegido llamar hogar. Ahora han permitido a levaduras salvajes tomar el control de su planta original, y la usarán para producir cervezas más conectadas con la región. Parece extraño enfocarse en cervezas de fermentación mixta en una apuesta por alcanzar una audiencia mayor, pero confían en los paladares educados de los catalanes. Deben hacerlo.
Se puede sentir la desesperación de ambos fundadores de hacer algo admirado por el público local, y está enhebrado en la fibra histórica de la ciudad. También puedes ver el orgullo que tienen sus dueños en lo que han logrado construir: está escrito sobre el rostro de Zamborlin mientras camina a través de la gente durante el lanzamiento, agitando manos, vitoreando gene y tomando cerveza desde un porrón para una oportunidad de fotografia.
Tal vez ese apetito proviene de dos extranjeros trabajando para justificar su lugar en una ciudad ya atestada de residentes foráneos y turistas. El éxito local sería una marca tanto para la cervecería y su prestigio en el lugar que aman, pero también sería gratificante conectar con el lugar donde comenzaron: dirigiendo un brewpub para locales y estudiantes. Para Zamborlin, todo se reduce a eso.
“No hay más crecimiento después de esto,” dice, haciendo un gesto hacia el depósito detrás de él. “Aunque si lo hiciéramos, el brewpub fue lo primero que hicimos y la parte más divertida de nuestro trabajo, así que ¿por qué no crear uno más? Pasé los primeros años detrás de la barra cada noche, y es algo que extraño.. Garage comenzó con la atmósfera—las luces, la música, y nosotros.”