Cuando Mat Waddell resolvió renunciar a Wild Mind Artisan Ales y vender el 35% de sus acciones en la cervecería del suroeste de Minneapolis, dijo que sintió un tremendo alivio personal. Los socios que había dejado atrás, sin embargo, habían quedado atrapados sin la experiencia única del propietario, con toda la operativa de producción, e incluso de la hospitalidad. Cuando compartió las noticias de su partida, Waddell informó a sus antiguos socios que volvía a su anterior trabajo en ingeniería en 3M.
[Nota: La autora estuvo empleada brevemente en Wild Mind Artisan Ales en 2017, y renunció a su rol en términos amistosos.]
La infelicidad de Waddell en sus meses finales en Wild Mind, en aquel entonces una compañía de tres años de antigüedad, era bien sabida por empleados y socios, al punto que fue imposible cerrar la cortina en apenas una remota nota positiva. En un esfuerzo por evitar a su socio comercial Jason Sandquist, con quien su relación se había deteriorado, cambió sus turnos en la planta hasta tan temprano como las 4 a.m. De acuerdo a sus colegas, Waddell ajustó su trabajo hacia los aspectos de maduración en barricas y blending, mientras dejaba a otros—incluyendo al asistente Jeremy Miller—tomar las riendas de la producción, con la esperanza que sus pasiones principales reflotaran su ánimo.
Pero no funcionó, y Waddell partió el 31 de Diciembre de 2018. A pesar de su regreso a la ingeniería, Waddell fue consultado para compartir su experticia con otra cervecería al otro lado de las ciudades gemelas. BlackStack Brewing en St. Paul había estado considerando un programa de fermentación mixta, y contactó a Waddell por su experiencia en gestión de foeders, blending y recolección y propagación de levaduras. Entró como consultor temporal. Para Waddell, el trabajo era un bienvenido gig alternativo y una distracción. BlackStack le asignó mucho del ajuste fino, para poder enfocar la mayor parte de su atención a la bien recibida cerveza “limpia”.
El grado de sorpresa que Waddell sintió cuando recibió un documento de “cese y desista” de los abogados de Wild Mind en Mayo de 2019 se relacionó principalmente al hecho que él nunca firmó un contrato de no-competencia, o siquiera un contrato de empleo, con sus antiguos socios. Nunca había sido impedido de fabricar cerveza en cualquier capacidad o de algún lugar en ningún momento. En Septiembre de 2019, las acusaciones culminaron en una demanda verificada (la cual fue notariada pero no ingresada) que contenía varias aseveraciones en su contra, incluyendo incumplimiento de contrato, tergiversación fraudulenta, y apropiación indebida de secretos comerciales e información confidencial. Si Waddel no cesaba la consultoría y el blending en BlackStack, sería demandado.
La demanda fue interpuesta dos meses después. Pero no estaba claro para Waddell si el argumento de Sandquist y su socio Tylor Johnson era insustancial, o si tenían medios para un recurso jurídico.
Durante un largo tiempo, la industria de la cerveza artesanal parecía estar más definida por un espíritu de colaboración que por el proteccionismo. Esa postura fue evidente no solo en la normalización de las cervezas colaborativas, sino en foros donde los cerveceros compartían consejos, a través de historias acerca de la extensión de las capacidades de laboratorio y el compartir material con sus vecinos, e incluso vía festivales basados en cervezas co-fabricadas.
Excepciones ocasionales a esta vibra surgieron, pero eran típicamente tan infrecuentes que siguen siendo memorables. Generalmente, los conflictos de propiedad intelectual generalmente surgían no desde asuntos con empleados, sino de marca: nombres, logos o eslóganes.
En 2015, por ejemplo, La cervecería Bell's Brewery de Michigan—la séptima cervecería más grande del país—tomó acción legal en contra de “un individuo pequeño,” Innovation Brewing de Sylva, Carolina del Norte. La disputa surgió del hecho que Bell’s había registrado previamente el eslogan, “Bottling innovation since 1985.” Innovation Brewing argumentó que su nombre era distinto al eslogan de Bell’s, y no confundiría a los consumidores. Finalmente, Bell’s perdió la disputa, con la Junta de Juicios y Apelaciones de Marcas Registradas inclinándose marcadamente hacia el hecho que Bell’s no había usado el eslogan en ningún packaging, solo en materiales promocionales.
Ese caso tuvo amplio alcance en la industria dentro de un mercado emergente, en un momento en el que el reconocimiento de marca estaba trepando al tope de la jerarquía de necesidades. Seis años después, las cervecerías hoy coquetean con flagrantes violaciones de propiedad intelectual. Nombres de cerveza y etiquetas imitan todo, desde cereales y franquicias deportivas hasta las grandes marcas corporativas de cerveza. (Incluso BlackStack fabrica una Great British Bake-Off Berliner Weisse.)
Más cercano al asunto de Wild Mind, y presumiblemente de más importancia para los trabajadores cerveceros, están los asuntos sobre empleo. Si bien nombres de cerveza no reclamados aún pueden ser difíciles de encontrar, el factor limitante en muchas regiones del país es el talento. Ya sea que el talento lleve sus habilidades a otro lugar es la base para acuerdos de no-competencia, y el conocimiento que llevan consigo es el sujeto de los acuerdos de confidencialidad (NDAs por sus siglas en inglés). Un caso muy discutido ocurrió en 2018, cuando Toppling Goliath de Iowa demandó a su antiguo head brewer, Chris Flenker, por unirse a la cervecería de su hermano, Thew Brewing Company, a 160 kilómetros de distancia en Cedar Rapids. El acuerdo de no-competencia de Flenker lo había inhabilitado a trabajar en cualquier otro lugar dentro de un radio de 240 kilómetros del popular taproom de Decorah. La demanda fue desestimada menos de dos meses después.
De manera general, un acuerdo de no-competencia coloca restricciones sobre un empleado para prevenir que participe en el mismo trabajo en otro lugar. Tales acuerdos típicamente definen un período de tiempo y un límite geográfico para esa limitación.
Diseñado para reducir la competencia dentro de las proximidades físicas de la empresa en cuestión, los acuerdos de no-competencia sin dudas colocan a los propietarios en ventaja mientras que los empleados están restringidos. No obstante, por ley, el empleador debe ofrecer al empleado algo tangible en retorno por tales restricciones en función de mantener su ejecución. En principio, puede ser el mismo empleo. A aquellos con no-competencia se les debe ofrecer un aumento u otras ventajas mientras estén bajo contrato. “La garantía de empleo no es suficiente,” explica Elliot Ginsburg, un abogado en Hop Law en Minneapolis con antecedentes en alimentos, bebidas y ley de franquicias.
Mientras tanto, los acuerdos de confidencialidad, son cláusulas generalmente contenidas dentro de otro contrato de empleo, como aquellos que señalan salarios y responsabilidades. Previenen que el empleado comparta información privada, y no impacte su futuro empleo.
Los acuerdos de no-competencia y de confidencialidad son distintos entre sí, y complementan los cuatro principios de la ley de propiedad intelectual: patentes, derechos de autor, marcas registradas y secretos comerciales. Las patentes, otorgadas a nuevas y útiles invenciones, son reguladas por la U.S. Patent and Trademark Office, y el inventor debe completar una aplicación. Las marcas registradas, también supervisadas por la USPTO, fueron diseñadas para protección del consumidor y regulación de mercado, y contribuyen a distinguir unas marcas de otras. En la otra mano, los trabajos sujetos a derechos de autor son generalmente piezas creativas que son expuestas, reproducibles y publicadas; el trabajo en sí sostiene el derecho de autor y el creador no debe aplicar. En términos generales, el consenso es que las recetas que solo enumeran ingredientes y no son trabajo literario—incluyendo recetas de cerveza—no están sujetas a derechos de autor.
Finalmente, los secretos comerciales, la faceta menos conocida de la propiedad intelectual, están definidos por su naturaleza secreta. No dependen de la presencia de un acuerdo de no-competencia.
Sin duda las patentes tienen un rol en la tecnología cervecera y las marcas registradas son ubicuas entre todas las marcas, pero la mayoría de los cerveceros por turno típicamente interactúan con secretos comerciales de manera regular, ya sea que los entiendan o no como tal. Esto es en parte porque los secretos comerciales son pocas veces explícitos en un contrato de trabajo.
Por ley, no necesitan ser explícitos. Los secretos comerciales son simplemente piezas de información valiosa y confidencial; la información se convierte en secreto comercial cuando es mantenida razonablemente, bueno, como secreto.
No toda la información confidencial es secreto comercial. “Algo como las habilidades generales y conocimiento no pueden ser protegidas como secreto comercial. Necesita derivar valor del hecho que no sea fácilmente comprobable por medios apropiados,” explica Aaron Thom, abogado de Waddell.
La Ley de Secretos comerciales uniformes ha sido adoptada a nivel nacional para regular aseveraciones de secretos comerciales (solo en Nueva York, Carolina del Norte, y Alabama no se aplica enteramente). Dicta dos criterios fundamentales: Los secretos comerciales derivan su valor de no ser generalmente conocidos o descubribles, y que se toman algunos medios razonables para mantenerlos en secreto.
Ryan Mihm, head brewer de Finnegan’s Brew Co. en el centro de Minneapolis, recuerda una ilustración del elemento secreto en su tiempo dentro de Allagash Brewing Company en Portland, Maine. Cuando un grupo de miembros de la Master Brewers Association visitaron la fábrica y se acercaron para una mejor vista, la hoja de receta de su receta insignia, la Witbier Allagash White, se dejó accidentalmente olvidada a la vista. Para el momento que el tour había terminado, el error había sido corregido, y la hoja había sido guardada. Allagash había tomado otros medios razonables para proteger sus secretos indicando solo “especias secretas” en la hoja de receta, sin elaborar los nombres. Ese secreto, más la ventaja financiera que la cervecería deriva de ese secreto, pudo haberse inclinado a favor de esta receta particular, tener el criterio legal para ser considerado un secreto comercial.
Al mismo momento, Mihm personalmente se cuestiona si las especias de la Witbier son secretos, para comenzar. “Nuestra etiqueta dice ‘coriandro y piel de naranja Curaçao,’” señala. “No es secreto.” No obstante, cuando otras personas le han preguntado por la receta, Mihm dice que siempre desvía la pregunta.
Esa duda, acerca de lo que es de dominio público y lo que es propiedad, no es única de Mihm. Averie Swanson, Master Cicerone y fundadora de Keeping Together en Chicago, reconoce el rol de los secretos, pero no acepta una definición amplia. Su experiencia en la imitada Jester King Brewery en Austin, Texas, y su salida como head brewer con acciones de propiedad, la hacen bien adecuada para opinar en el tema. “Si, cada tanto tiempo, hay un estilo de cerveza o algo innovador, realmente experimental,” comenta, usando el ejemplo de una New England IPA. “Virtualmente todo está inspirándose en estilos clásicos o antiguos, prácticas tradicionales.”
En el caso de Wild Mind, la relevancia de si Waddell “robó” recetas de la cervecería—y si esas recetas constituyen secretos comerciales—está para el debate. “Nosotros colocamos las recetas en los acuerdos de confidencialidad. Pero eso no es realmente lo que la gente piensa. Las recetas son dignas de protección pero no significa que obtendrás la misma cerveza,” comenta Ginsburg. Thom concuerda. “No va a ser protegible como secreto comercial'', dice, afirmando que la mayoría de las cervezas puede ser replicada.
Puesto de otra manera, la receta no hace a la cerveza. Si lo hiciera, la variedad en la oferta de cerveza sería escasa. “Hill Farmstead fabrica una Pilsner. Yo fabrico una Pilsner. A menos que descaradamente me robe la receta, lo que no haría en un millón de años, algunos estilos sólo pueden hacerse de una manera,” comenta Matt Tarpey, co-fundador y head brewer deThe Veil Brewing Co. en Richmond, Virginia, y antiguo cervecero asistente en Hill Farmstead Brewery en Greensboro Bend, Vermont. “Es malta pilsner, lúpulos europeos, levadura lager, y agua.”
Incluso un intento de hacer algo idéntico difícilmente lo logre. Hay elementos que están fuera del control del cervecero y que conducen a productos distintos—la fuente de agua, el tamaño del lote, matices en los ingredientes e incluso la altitud. Las cervecerías dependen en parte de estas variaciones inevitables, junto a experticia irreplicable, cuando publican sus recetas en blogs y fomentan a lectores a propagar levadura desde dregs de botellas, como lo hace Jester King.
Desde luego, estos problemas no son exclusivos de la cerveza. El escritor gastronómico basado en St. Paul, Joe Rosenthal, ha visto disputas de propiedad intelectual en la competitiva arena de la pizza neoyorquina. Cuando el empleado de alto nivel Frank Badali, quien fue responsable de la famosa pizza de pepperoni estilo siciliana de Prince Street Pizza, renunció para irse a New York Pizza, llevó su idea consigo y se convirtió en un éxito en la segunda empresa.
“Hay una regla no escrita que si un cocinero inventa un plato y renuncia al lugar, puede llevar ese plato al marcharse'', comenta Rosenthal. Badali luego se mudó a Village Square Pizza, y pronto, Instagram reveló que tenía un ítem casi idéntico: una pizza estilo siciliana con una enorme montaña de pepperoni en el centro.
“¿A él se le ocurrieron esas ideas mientras estuvo empleado en Prince Street Pizza? Y en caso afirmativo, ¿Él es el propietario de esas ideas?” pregunta Rosenthal. Es complicado. “Si esa es su creación emblemática y luego van y lo hacen en algún otro lugar, es un problema para ellos, Puedo entender por qué se ven afectados por esto.”
Esta es la cuestión principal para las alegaciones en contra de Waddell. ¿Era la producción de cervezas de fermentación mixta la creación emblemática de Wild Mind? Si y no. De acuerdo a otros empleados de Wild Mind, así como su actual menú de cervezas, la cervecería ha comercializado históricamente, y continúa vendiendo una gran proporción de cervezas corrientes “limpias”. El abogado de Wild Mind Jeff O’Brien se negó a comentar.
“Si eres propietario de un restaurante y el chef que creó las ideas de tu negocio, llevase esas ideas a otro lugar, ¿tal vez deberías sentirte amenazado por esto?” dice Rosenthal. “Tal vez sea momento de que des con algunas ideas diferentes. Si el principal activo de tu restaurante es el trabajo de alguien más, tal vez sea razonable que esa persona también logre reconocimiento por esa idea.”
Wild Mind no tiene una sola bebida equivalente a la pizza de pepperoni estilo siciliana. En su lugar, su supuesta característica distintiva son las cervezas de barrica y los blends de cervezas de fermentación mixta. Sin embargo, la cuestión de quién debería ser el beneficiario permanece abierta. La compañía cosecha la recompensa de las recetas de ese empleado o su técnica y típicamente continúa haciéndolo después que el trabajador se haya ido. Cuando ese individuo produce cerveza en algún otro lugar, ¿debería requerirse que abandone sus idea? La cerveza de fermentación mixta de Wild Mind surgió del conocimiento y habilidad previos de Waddell, y fue producida con el equipo de la compañía en tiempo de la compañía. ¿Está mal que ambos continúen beneficiándose, cada uno por separado?
El hecho que el caso en contra de Waddell esté basado en cervezas salvajes agrega un matiz que va más allá del hurto de recetas. Swanson cree que la propiedad intelectual es cada vez menos una consideración cuando se trata de cervezas de fermentación mixta.
“Las recetas juegan un rol pequeño,” comenta. “Podría estar más presente en lo que se refiere a mis ideas y pensamientos sobre la producción de cerveza, pero la intención tiene mucho que ver con ello. La relación que tengo con la levadura que uso, si podría llamarlo de esa manera, es única para mi. Podría compartir el conocimiento que tengo con aprendices o discípulos, pero ellos son diferentes a mi. Nunca serían capaces de hacer cerveza a mi manera. Y eso no quiere decir que no puedan hacer una mejor cerveza, pero la cerveza es única para quien soy.”
Aunque no ha sido algo inaudito en la década de 1990 y 2000—por ejemplo, Widmer Brewing de Portland demandó al antiguo cervecero Alan Sprints en 1993 cuando fundó Hair of the Dog Brewing Company—temas de propiedad intelectual de aquella época generalmente evocaban imágenes amigables de la colaboración entre Avery Brewing Company y Russian River Brewing Company Collaboration Not Litigation Ale en lugar del interior de un juzgado. Y por buena razón, eran escasos en la industria cervecera, y lo siguen siendo. “Es poco común que los acuerdos de no-competencia terminen en demandas,” dice Ginsburg.
No obstante, a medida que la cerveza artesanal ha progresado desde su infancia, las demandas que han surgido de acuerdos de no-competencia y de confidencialidad pueden sentirse como la inocencia perdida para la industria. Swanson ve esta era actual como una evolución natural. “Los acuerdos de no-competencia y NDAs son importantes. Pienso que esta industria ha alcanzado definitivamente una fase de mayor madurez en los últimos cinco a diez años,” comenta. Agrega que un creciente número de personas fundaron cervecerías, comenzando en la década de 2010, no por la pasión del homebrewing, sino porque percibieron una oportunidad.
“Con más personas entrando a la industria, es inevitable que encuentres algunos individuos que están allí no por las mismas razones de quienes lo hicieron al principio […] sino debido a que parece ser un bastante lucrativo negocio, si lo haces bien,” comenta Swanson. La misma industria ha tenido que madurar desde la perspectiva de negocios, agrega, como resultado del crecimiento y competencia.
De manera anecdótica, Mihm no piensa que los acuerdos de no-competencia estén generalizados en la industria. Nunca se le pidió firmar uno en Allagash. “Se resumió a las simples palabras: ‘No divulgues nuestra información.’ Estaba basado en secretos comerciales.”
New Belgium Brewing, donde Mihm trabajó entre 2015 y 2016, fue un paso más allá. “Fueron bastante transparentes con sus empleados, porque los empleados son también propietarios'', dice. “Querían empoderar a sus empleados. Si en algún momento deseabas fundar tu propia cervecería, te alentarían a hacerlo.” Mihm no puede recordar una instancia en la que se haya discutido una violación de secreto comercial en ninguna de las dos cervecerías.
Tarpey cree que los acuerdos de confidencialidad en la forma de contratos de trabajo son comunes, y The Veil pide acuerdos de confidencialidad a sus empleados—al equipo de producción, no así al de servicio o ventas. “Es casi una práctica estándar. Casi cualquier cervecería grande a la que vayas, tiene algún tipo de contrato de empleo que incluye algún tipo de lenguaje sobre eso,” afirma Tarpey. “Es principalmente un tema de protección.”
Él dice que trata de equilibrar los intereses de su compañía y al mismo tiempo ser consciente de las restricciones que los acuerdos de no-competencia generan sobre su equipo. “Nunca trato de reprimir a las personas o de relegarlas. Pero, si, debemos protegernos también. Existe una fina línea,” comenta. Los acuerdos de no-competencia de The Veil tienen un rango geográfico de 80-160 km y un término de uno hasta cuatro años. Hasta ahora no han surgido disputas, en parte porque la cervecería ha tenido pocas renuncias de personal, de acuerdo a Tarpey.
Un hecho indiscutible en el caso de Waddell es que él no firmó un acuerdo de no-competencia. En su lugar, participó en la redacción del manual del empleado, junto a sus antiguos socios Sandquist y Johnson, que incluía una condición en la que “los empleados protejan y preserven información confidencial e información propietaria que reciban durante el curso de su empleo.” Esta cláusula es una forma de acuerdo de confidencialidad y permite la aplicación de leyes de secreto comercial.
La demanda especifica la información propietaria, y el mal uso de Waddell de esa información. Pero antes, Wild Mind sienta las bases para la ventaja económica que no tendría sin esa información, como es requerido por los principios del secreto comercial: “Wild Mind está involucrado en el negocio de la cerveza artesanal con venta en Minnesota, especializándose en fermentaciones con cultivos mixtos y la producción de ales rústicas, saisons y estilos wild. Para el momento de su fundación en 2016, Wild Mind fue una de las pocas cervecerías en el país mercadeadas como cervecería ‘salvaje’, reflejando las levaduras salvajes y las cervezas que creaba. Al tiempo de su fundación Wild MInd también era una de las pocas cervecerías que desarrollaba cervezas sour en Minnesota.”
A pesar del hecho que los términos “wild” y “rustic” están mal definidos en el documento (o, francamente, en general), es una aseveración cuestionable. Si cervezas de “fermentación con cultivos mixtos” fueran en realidad raras, eso podría hacer que mercadear una cervecería como “wild” generara una ventaja económica en términos de alimentar el argumento del secreto comercial. Pero si ese fue el caso en 2016, entonces estos estilos no serían categorizables por el Great American Beer Festival, como señala Swanson.
2016 fue un año récord de inscripciones para el GABF de muchas maneras. Hubo un total de 9% más inscripciones que el año anterior y un récord de 464 nuevos inscritos. Bart Watson, economista en jefe de la Brewers Association, describió el 2016 como el año de las sours. “La American-Style Sour Ale vió el mayor salto en porcentaje de cualquier categoría, de 1.28 por ciento de inscripciones en 2015 a 1.93 por ciento de inscripciones en 2016—un incremento total de 56 inscripciones,” escribe. El hace notar que los estilos que ganaron más cuota de mercado incluyeron las Saison y las cervezas con Brett.”
La demanda continúa su argumento, “Wild Mind tienen un método único de uso de levadura, que le permite crear ‘wild ales’ con sabores locales distintivos y no convencionales. Crear ‘wild ales’ requiere la cuidadosa e intencionada selección de levadura y bacterias, ya que es la interacción de estos ingredientes lo que permite la producción de cervezas únicas […] Wild Mind usa un método único de ‘coolship’ para fabricar sus cervezas salvajes.”
Estas declaraciones de contexto ilustran una dicotomía imposible sobre la propiedad en la cerveza wild—que una cervecería puede tener una “cuidadosa e intencional selección” de levaduras mientras dependen del ambiente local para proveerse de ellas. ¿Puede ser una cerveza ser wild y patentada al mismo tiempo?
En el trabajo de Mihm en Allagash, quien tuvo el primer coolship en Estados Unidos, los métodos eran todo menos patentados. De hecho, el objetivo era imitar a la cervecería de Bruselas Brasserie Cantillon. “La fermentación abierta, en los términos de tener un coolship, eso es definitivamente lo hace al terroir expresarse,” afirma Mihm. “Así que con un coolship, sin importar donde se fabrique, son todas básicamente el mismo método que Cantillon ha estado usando durante cientos de años.”
Mientras tanto Tarpey, de The Veil, aprendió los métodos de Cantillon directo de la fuente. Tomó lo que aprendió allí y lo aplicó a nivel nacional, con la bendición explícita del propietario de Cantillon, Jean Van Roy. “Jean me dijo, ‘Toma este conocimiento y ve a casa y pruébalo por ti mismo,’” comenta Tarpey entre risas. Fue parte un desafío, y parte Van Roy diciendo que una copia fidedigna sería algo imposible. La influencia de ingredientes locales, generaciones de experticia, y condiciones favorables no pueden ser empacadas en una valija.
Wild Mind alega que el trabajo con otras cervecerías “necesariamente requiere divulgación” de información confidencial y secretos comerciales—en otras palabras, gestión de foeders, blending y la fabricación de cervezas de fermentación mixta sería imposible sin el uso de información propietaria.
Existe otro problema con este argumento. Waddell tenía experiencia en fermentación mixta previo a ser contratado por Sandquist y Johnson, y había planeado fundar su propia compañía basado en ese conocimiento. “Los programas sour en las cervecerías son bastante complicados y requieren experiencia. Si alguien posee conocimientos previos en el proceso, como el de los microorganismos involucrados, eso no es secreto de la empresa,” explica Ginsburg.
No solo fue Waddell un socio fundador único con experiencia, sino que Sandquist, cuya experiencia son los bienes raíces, se apalancó en esa experiencia e indicó que Waddell tendría total autonomía sobre las operaciones de producción. La demanda de Wild Mind no ha concluido aún. La cervecería afirma que no puede continuar, y el juez no ha comunicado un fallo sobre si eso significa que la demanda será desestimada o si Wild Mind será encontrada en desacato.
¿El público general da importancia a estos temas como los acuerdos agresivos de no-competencia? Swanson argumenta que los consumidores se están haciendo cada vez más conscientes de a dónde va su dinero, e investigaciones muestran que miembros de la generación Z están haciendo su tarea respecto a la ética, impacto social, y prácticas laborales. “Al final del día, las personas tienen que tomar decisiones como sobre la manera en la que están gastando su dinero. Si las compañías tratan mal a sus empleados, esto se convierte en un gran problema, especialmente ahora. La equidad social es un tema importante.”
The Wall Street Journal reportó que el litigio sobre acuerdos de no-competencia se incrementó en 2013, mientras se esperaba que las demandas en la industria de la cerveza artesanal aumentaran en 2018, el año en que Waddell renunció a Wild Mind, entre un año de crecimiento sin precedentes. Rosenthal cree que tanto los acuerdos de no-competencia como los de confidencialidad son también comunes en contextos de empleo gastronómico, especialmente en en restaurantes jóvenes.
“Le digo a mis clientes que deberían considerar el no incluir acuerdos de no-competencia. Lo redactaré en el caso que el cliente absolutamente lo desee, pero no como forma de política,” dice Ginsburg. “Los cerveceros entienden que su equipo desea progresar, sea mudándose a otra cervecería o para fundar la suya propia. Yo represento cerveceros, así que puedo comprenderlo. He visto lo que estos acuerdos generan.” A medida que la fuerza laboral de la industria se vuelve más experimentada y consciente de asuntos laborales, acuerdos estrictos de no-competencia podrían alejar a los talentos. Un acuerdo de confidencialidad, por el otro lado, no previene la movilidad laboral.
Swanson no tenía planes explícitos de fundar una compañía cervecera cuando renunció a Jester King, y nunca se le pidió firmar un acuerdo de no-competencia. Ella cree que no hubiese firmado uno si se lo hubiese presentado. “Debilita a la industria como un todo porque previene esa polinización,” dice. “No puedes moverte a otro lugar y llevar tu experiencia y conocimiento contigo y permitirte evolucionar y transformarte.”
Si los acuerdos de no-competencia deben ser una expectativa común en el mundo de la cerveza es una pregunta válida. Quien debería firmarlos es otra. Un no-competencia firmado por un individuo estratégico y de alto nivel no se siente tan explotador como uno firmado por un profesional en la línea de enlatado, quien podría aspirar a empleos en otros lugares en función de avanzar en salario o posición. ¿Debería esa persona a ser forzada viajar 240 kilómetros en orden de empacar cerveza o limpiar barriles por algunos pocos dólares más por hora?
En las pizzerías que ha estudiado, Rosenthal dice que no ha escuchado de ejemplos de conductores de entregas firmando este tipo de acuerdos, pero existen reportes de cocineros de línea que los han firmado, lo que encuentra perjudicial para los trabajadores de niveles inferiores. “Ellos están temerosos y no se dan cuenta que probablemente estos acuerdos no son aplicables,” comenta.
Una demanda no es una demanda sin daños. Wild Mind alega que fue forzado a tirar dos lotes de cerveza debido a la intencionalidad de Waddell de hacer un trabajo mediocre (una declaración que otros empleados de Wild Mind han descrito como ridículo). Al mismo tiempo, Wild Mind continuó vendiendo cerveza que Waddell había fabricado después de irse. En particular, la cervecería vendió botellas de una cerveza que Waddell bautizó Schrödinger's Cat, una sour con moras y granada. Esta cerveza se sirvió hasta el 3 de Agosto de 2019, luego que Wild Mind había contactado a Waddell con un “cese -y-desista” y apenas un mes antes de enviarle la demanda verificada. Los cerveceros que sucedieron a Waddell reportaron que la cerveza que Waddell había creado aún continuaba en barricas incluso después de ellos haber renunciado también. Wild Mind continuó beneficiandose de la experiencia de Waddell mucho después de su partida, pero deseaba prevenir de manera legal que él derivara valor de su trabajo en algún otro lugar.
Con respecto al argumento de apropiación indebida de secretos comerciales, Wild Mind alega que “como resultado de las acciones del acusado [...] Wild Mind ha incurrido y seguirá incurriendo en daños.” Prueba de los daños continuados o pérdidas de cuotas de mercado debido a la consultoría externa de Waddell no fueron señaladas en la demanda. Comprobar que cualquier pérdida de ventaja competitiva fue debido a fuerzas distintas a un incremento de la competencia sería complicado, consecuencia del crecimiento en el sector de cervezas sour y de fermentación mixta.
Las carreras de formación, por naturaleza dictan que el aprendiz se convierte en oficial, quien luego se vuelve en experto. Cuando alguien aprende haciendo, esa persona debe aprender de alguien que está tomando un riesgo en compartir su propia experiencia. A pesar que Waddell trajo consigo su propio conocimiento y experiencia, y continúa compartiéndolo con otros, el caso en su contra ilustra la pendiente resbaladiza que significa la propiedad intelectual y el empleo.
Proteger los intereses de nuestro negocio basado en acuerdos de no-competencia, de acuerdo a expertos en derecho laboral, no es inevitable. Usar contratos de empleo y principios de secreto comercial es menos probable que aliene a la fuerza laboral, al verse con más y mejores opciones a la mano. De manera contraria, no firmar un documento como ese no es una garantía de protección en contra de litigio laboral, como ha sido ilustrado por esta demanda.
Si extendemos la noción de Swanson que este momento se compara a la adolescencia de la industria cervecera, la madurez está entonces en el horizonte. Eso podría parecer como un retorno a las prácticas basadas en las relaciones que son respaldadas por discusiones sobre secreto comercial en un lenguaje simple. Tarpey alega que esto va mano a mano, argumentando que una actitud de respeto debe coexistir con un acuerdo de no-competencia.
De otra manera, si el sector tecnológico, el caldo de cultivo sobre ley de propiedad intelectual, ofrece algún indicativo, podríamos prepararnos para un futuro oscuro. Desde 1996 a 2018, las demandas sobre marcas registradas, derechos de autor y patentes aumentaron considerablemente a nivel nacional, con California liderando ese crecimiento con 21% de la totalidad de casos, ampliamente atribuible a Silicon Valley. Los acuerdos de no-competencia no son aplicables en California, por lo tanto no contribuyen a este número. Menos estudiado es el litigio sobre secretos comerciales, pero investigaciones han demostrado que secretos comerciales vinculados a los procesos, lo que incluiría la fabricación de cerveza, totalizaron un tercio de todas las demandas relacionadas a secreto comercial en las últimas tres décadas.
Se espera que el litigio por secreto comercial continúe incrementándose debido a la aprobación de la ley Defend Trade Secrets Act de 2016, que hace referencia a la apropiación indebida de secretos comerciales a nivel nacional, una potencial importante herramienta para cervecerías con presencia nacional. Mientras que la ley no sobreescribe normativas estatales, le ofrece a las compañías una opción de aplicar en corte federal, dejando esencialmente obsoletas las variaciones sobre secreto comercial de cada estado.
Swanson cree que las compañías deberían abordar de manera distinta el asunto, incentivando a los trabajadores y recompensando la longevidad. “Tal vez la cuestión sea más: ‘¿Por qué la situación es tal que haces a las personas firmar condiciones con represalias si estas no se cumplen?’ proviene de un lugar de poca confianza,” comenta. “Siento que incentivar a las personas a hacer bien a otros en lugar de amenazar con castigarlos cuando no lo hacen, podría ser una mejor manera de abordar todo este asunto. Como, ‘Nos gustaría honrar la propiedad intelectual que has colocado en ello, y nos has entregado a nosotros.’”
Existe una variación de la regla dorada en sus palabras. O puesto de manera más simple, “Si quieres mantener a tus empleados, se un buen empleador,” remarca Ginsburg.
Wild Mind, mientras tanto, argumentó en corte que las acciones de Waddell han dañado su reputación y percepción en la comunidad. Si las anteriores demandas son alguna indicación, es más probable que sus propias acciones hayan tenido ese efecto.