Buena parte de la razón por la que emprendí el proyecto Dope Girls en la primavera de 2016 fue porque el fumar marihuana se sentía aún marginalizado (y super masculino, pero eso es otra historia diferente). Cada vez que encontraba un encendedor con el delator fondo ennegrecido, o escuchaba a alguien responder a la pregunta: “¿fumas?” con una anticipada “¿Cigarrillos?”, sabía que estaba entre mi gente: personas que se colocan. Solía pedir permiso a los anfitriones de fiestas antes de encender un porro (siempre en exteriores: un sello distintivo de quienes no fuman), y atraía un pequeño círculo de partes interesadas.
No obstante, tan claro como es ahora, el cannabis es más popular en 2020 como nunca antes. Un espectro más amplio en su legalización es un gran contribuidor a este hecho, junto a la visibilidad dentro de la cultura pop y de la hierba en general, uh, y la gentrificación. Ahora cuando asisto a fiestas (con mucho menos frecuencia estos días, pero eso es más un síntoma de mis tendencias cada vez más profundas a la introversión), Debo fumar en secreto—no por vergüenza o para evitar molestar a personas con el olor, sino porque prefiero dar más de una pitada. Hasta que alcance mi sueño de la infancia de convertirme en una esposa trofeo, aún no tengo ese tipo de fondos.
Sin embargo Good Morning America exalta la llegada de la “weed mom” sin un ápice de reverencia subversiva, y Goop hawks luxury pipes, un gran representante de la cultura stoner aún permanece en la periferia: el bong. Comestibles, tinturas—incluso los lindos rolling papers hechos con tinta vegana—todos parecen predominantes. Así que, ¿por qué aún los bongs no se han unido al mainstream?
Como expliqué antes, prefiero quedarme en casa estos días. Sin embargo, aún no entro del todo al club de reclusión perpetua, así que me gusta organizar pequeñas reuniones. Tengo un grupo de bowls ~estéticos~ y conos pre-armados , pero mi dispositivo favorito para fumar es el Summerland Ceramic bong. (Nota: la compañía compró un espacio en Dope Girls magazine mucho después de hacerme fan.) Lo compré hace tres años para mí luego de hacerse evidente que mi pareja en aquel momento no leía mis evidentes señales. En algún momento entre la apertura de una segunda botella de vino y una nueva mano de Uno, lo saqué… y no creerán lo que pasó después.
Paso mi tiempo con un grupo progresivo de personas que no son exactamente novatos en el consumo de cannabis. Sin embargo, sigo asombrandome cuando me entero que otro aficionado en sus treintas, necesita una asistente doula en función de fumar con el bong. Como un dispositivo diseñado para usuarios de alto vuelo y coordinación potencialmente limitada, su uso es menos complejo que por ejemplo, uno de esos sacacorchos robóticos que todos mis amigos recién casados aparentemente están obligados a adquirir. Así que ¿Cuál es el problema?
Para muchos, es una experiencia prematura que vincula perennemente los bongs con colocarse demasiado. Yo también pasé una buena cantidad de tiempo en la facultad Chi Phi house durante mis días en la Universidad de North Florida con un hermano bien educado de camisa bien planchada ayudandome a encender el bong de más de un metro de la facultad. Y luego, ya sabes, sentarme en mi auto estacionado con mis ojos vibrando fuera de sus órbitas antes de sentirme lo suficientemente sobria para conducir a casa. También recuerdo llevar a mi compañera de cuarto de aquel momento a la casa Chi Phi, cuya experiencia terminó consigo inmóvil en el asiento trasero de mi auto, tan drogada que no podíamos decidir entre dejarla de vuelta en la habitación o la clínica de la universidad. (Decidimos llevarla a la habitación; se encontraba bien.)
Otro de mis amigos, que pidió ser identificado simplemente como B, del tipo escritor en la zona de Brooklyn, recuerda experiencias similares con el bong. “Mi primera experiencia con el bong fue fumar de un artilugio de más de un metro llamado Chief Master Guru,” comenta. “Me drogué tanto que mientras mirábamos ‘Cops’ pensé que yo era uno de los de la jaula, siendo arrestado. Fue demasiado.”
Los bongs han evolucionado, 15 años después de mis días en Chi Pi, desde erecciones hyper masculinas hasta opciones más pequeñas y estéticas. Aún así, las complicaciones continúan.
Incluso adultos lidiando con bongs más pequeños que el tamaño de un bebé pueden tener dificultades navegando sus entradas y salidas. Desde la época en la que salía en citas, puedo contar a más de un no acostumbrado quien—a pesar de mis advertencias de tomarlo con calma y simplemente “sorber” el humo en lugar de vaciar toda la maldita cámara—pasó un poco más de lo que puede ser cómodo, sentado en silencio y estacionado en mi sofá, con el pecho inflandose y vaciandose rápidamente.
Un amigo, Jared, quien trabaja como reportero en Nueva York, dice que se ha enfrentado a vacilaciones similares cuando llegan visitantes. “Virtualmente cada vez [la gente duda], razón por la cual mi novia y yo no lo presentamos en compañía,” dice. “Es intimidante! Primero, es complicado para el no iniciado, más que una pipa o un porro. ¿Por que se mueve esa lámina? ¿eso es agua? ¿que pasa si hago esto mal? Pero en segundo lugar, y más importante, es una experiencia intensa! Solo lo saco cuando me piden que lo haga.”
Es cierto que sacar un porro presenta una oportunidad finita de aspiraciones—no obstante, el bong tiene dimensiones. Algunas de esas dimensiones—asumiendo cierta capacidad pulmonar—se puede encontrar fácilmente pero la recuperación es mucho más lenta. Para muchos, estas intensas experiencias accidentales pueden ser suficiente para alejarlos del medio para siempre.
¿Tal vez la principal entre todas las razones por la cual los fumadores se mantienen al margen de los bongs?Perhaps paramount among the reasons that many smokers stay away from bongs? no son exactamente discretos.
Trey Smith, editor, productor, y “hombre hierba” en VICE, concuerda que los bongs pueden ser demasiado estorbosos—y un poco demasiado obvios—para estar a la par de las pipas u otros dispositivos para fumar. “Primero, los bongs no son para nada convenientes,” dice. “Difíciles de esconder, y debes limpiarlos antes que se vuelvan algo asqueroso—y a nadie le gusta limpiar. También está la parte de cambiar el agua.”
Un “bate” camuflado como cigarrillo (tan común que lo ví en venta en una tienda de vestimenta en mi antiguo barrio de Greenpoint en el año 2013; hoy puedes comprar cinco por $8 en Amazon) pueden no atraer tanta atención mientras caminas por una calle concurrida. Pero incluso el más pequeño de los bongs necesita algún bolsillo para esconderse—lo que significa que no son exactamente portables.
Contribuye que, en la mayor parte del país, el consumo público de cannabis aún es ilegal. “Realmente no puedo llevar un bong a cualquier lugar o sacarlo para fumar fuera,” agrega Smith. “Además, si un policia te halla con uno, no hay explicación con la que puedas zafar como harías con unas hojillas o porros, o la habilidad de tirarlo por el desagüe, como a una pipa.”
Como señala Smith, la limpieza es otro asunto. Es cierto que la mayoría de los bongs—incluso los bongs Roor, quien un amigo de la infancia al que considero un experto en el tópico los llama “los Gucci de los bongs”—están hechos de vidrio transparente. Luego de un par de sesiones ya lucen sucios y deslustrados por la acumulación de resina dentro de la cámara. A menos que lo limpies de manera obsesiva, los bangs tienden a hacerte lucir como un descuidado. Agrega eso al hecho que la mayoría de usuarios frecuentes no están caracterizados por las casas más impecables, y no es el bien más atractivo para sacar en compañía de alguien, ni de tener en el mostrador.
Si, existen bongs como mi Summerland babe, el cual puede ocultar su dudosa higiene. Desafortunadamente, incluso así, La columnista del New York Times y guru de la limpieza, Jolie Kerr recomienda cambiar el agua de un bong en cada uso (o al menos con un uso de por medio). “Si estás compartiendo, deberías cambiarlo en cada uso—justo como, limpiar la boquilla con una toalla remojada en alcohol—para prevenir cosas como la gripe o el herpes,” comenta.
Siguiendo esa lógica, todos los fumadores deberían entonces limpiar con una toalla sus dispositivos para fumar, independientemente del agua, entre usos. De seguro las pipas de vidrio de festivales pasados lucían pegajosas luego de algunas sesiones—pero eso no frenó la ubicuidad del bowl. Y con la plétora de opciones a la venta, “luce asquerosa rápidamente” parece una excusa absurda para no usar el bong.
Ok, cierto, hay un aspecto económico. A pesar de que el Summerland bajó de precio significativamente desde mi compra de unos $200, ahora puedes gastar la mitad de eso por un hermoso bowl digno de exhibición permanente. (Miwak Junior—quien también patrocinó financieramente a Dope Girls, mucho después de comprar mi primer bowl de su marca—inmediatamente viene a mi cabeza.) Aún es extraño encontrarse con un bong de “aspecto adulto”.
“Siento que nunca realmente ves bongs hermosos o limpios o ese tipo de cosas,” Lauren, una nativa de Texas de 32 años, comenta. “Tal vez en ‘Broad City,’ pero sus bongs son aún estereotípicos en forma y apariencia en general. Pienso que tiene que ver mucho con la asociación con antiguas películas sobre fumadores y la percepción de los personajes en ellas. ¿Cuándo fue la última vez que viste una persona atractiva e inteligente usar un bong en TV?”
Absolutamente justo. Los bongs pueden parecer reliquias—transportandonos a un tiempo en el que fumar marihuana era un rasgo definitorio de la personalidad, no solo una manera de relajarse luego de pasar el día en tu oficina reclinandote de una “responsable” sección de $2.000.
“Ellos van junto a la imagen del fumeta que realmente no quiere nada excepto ver pornografía en un sótano y colocarse,” mi amigo B concuerda. “El ~fumeta elevado~ vapea—o lo que sea. Diferentes notas, la misma droga, diferente estigma,, etc.”
Aunque lejos de estar en el mainstream, los dabs continúan gozando de popularidad en los círculos más íntimos de fumadores. Los dabs pueden dar una primera impresión de ser algo serio; para el ojo no entrenado, parecen muy complicados e ilegales. “Es por eso que veo a gente haciendo excepciones con Dabs porque la eficiencia es mucho mayor en términos de que tanto te pega comparado con una flor en un bong.,” comenta Smith. No puedo dar fé, como la persona debilucha que vive en el profundamente ilegal estado de Georgia, pero llegan esas afirmaciones.
A pesar de los distintos atributos que hacen intimidante al bong frente a un novato, una verdad recurrente sobre ellos sigue saliendo a flote: definitivamente te dan el mejor costo-beneficio. Es difícil discutir con la ciencia que afirma que juntar succión con agua llena de humo e incluso la más pequeña cantidad de hierba puede resultar en una potente colocada. Y, si no quieres drogarte demasiado, hay otra opción: da pitadas más gentilmente. Pese a los estereotipos, los bongs tienen un gran espectro de capacidades.
En resumen, los bongs son de hecho para todo el mundo. Mientras sigas el consejo del escritor sobre cannabis Liel Klein, el cual es: “Si no tienes mucha experiencia con los [bongs] o no tienes mucha tolerancia, son aún moderadamente para ti,” dice. “Una pitada hará maravillas! Pero también considera la capacidad de tus pulmones y tus límites generales.”
¿Y que si el conservador padre de alguien aparece sin anunciarse? Agrega un bouquet de flores falsas y estarás zafando.